“Amén” es una película de Costa
Gavras rodada en el año 2002, que nos cuenta la historia de dos luchas
diferentes durante los años del holocausto alemán. Por un lado, la de Kurt
Gerstein, un personaje real, integrado en las SS, que cuando ve lo que sus
compañeros nazis están haciendo con el gas Ziklon B que él mismo está
suministrando a los campos de concentración, decide denunciarlo a las
autoridades, a la prensa extranjera y a la iglesia a la que pertenece como
practicante, jugándose la vida y la de su familia en el empeño. La otra lucha
es ficticia, y la emprende Ricardo, un jesuita que se opone a la matanza, y a
cuyo dolor hace oídos sordos el Vaticano. La película narra, de una forma
magistral, la indiferencia de todos aquellos que sabían lo que estaba pasando,
y decidieron callarse.
Hoy me he acordado de esa
película porque recuerdo que, cuando la vi en el cine, lo que más me impresionó
de la misma, y me pareció un acierto de guión y un recurso increíble para
provocar angustia en el espectador, era que cada pocas escenas salía un tren,
cargado de judíos, rumbo a Auschwitz. Una imagen que apenas duraba unos
segundos, pero de una enorme carga emocional. Los dos protagonistas hablaban
con sus superiores, enviaban cartas, veían que se les abrían unas puertas y se
les cerraban otras, pero cada día que pasaba, inexorables, inevitables, seguían
circulando con su carga humana esos trenes de la muerte rumbo a Auschwitz.
He recordado la película, esa
escena de los trenes en particular, porque me parece una metáfora perfecta de
la situación que estamos viviendo estos días. No importa lo que se diga en los
medios, lo que acuerden los partidos políticos que gobiernan y los que no, lo
que ocurra en los hospitales y en las residencias. Cada día, inexorable, como
una losa, sin que nadie pueda evitarlo hasta el momento, hay una cifra de
fallecidos que varía, a veces a más, a veces un poco más baja, pero siempre muy
superior a las cifras a las que estamos acostumbrados.
La situación es dantesca. Dado el
peligro de contagio, la mayoría de esos fallecidos no han podido ser despedidos
por sus familiares, que posiblemente ni siquiera les hayan visto días o incluso
meses antes de su ida. Se van solos, sin compañía, sin lágrimas de despedida,
sin el afecto de los suyos que tan necesario es en un trance tan duro como lo
es el dejar la vida. Se van sin más, en silencio, sin compañía, dejando en los
suyos, y en los sanitarios y médicos que presencian su último suspiro, un hueco
en el alma y una desazón que va a resultar muy complicada de reparar.
Y mientras ese caudal de
fallecidos sigue circulando ante nuestros ojos cada día, como ya he dicho
inexorable, constante, fatídico y con toda su carga de dolor y desconsuelo, se
alzan voces en muchos lugares, en muchos partidos, en muchas redes sociales,
que tratan de encontrar la causa, la culpa, la responsabilidad ante esas
muertes. Es muy sencillo: el culpable es el partido político del signo
contrario al que sigo como sigo a mi equipo favorito de fútbol, a muerte, y
nunca mejor dicho. Entre esas voces también las hay de carroñeros, de
oportunistas para los cuales cualquier acción, por muy REPUGNANTE que sea, es
válida para vomitar su odio contra el partido que gobierna, bien en la nación o
en cada comunidad autonómica, en un intento desesperado por arrancar el poder
de manos de quien lo ostenta en este momento. Esos carroñeros no dudan ni un
segundo a la hora de realizar montajes fotográficos, utilizando ataúdes situados
en determinados lugares más o menos emblemáticos, más o menos simbólicos, para
desatar la ira contra el contrario de los que están con ellos por esa obscena manera
de hacer política, y la repulsa de muchas otras personas, entre ellas muchos de
sus propios votantes, que no están de acuerdo en utilizar a los fallecidos como
arma arrojadiza. Pero a estos carroñeros prefiero no prestarles ni un segundo
de atención. Su propia estupidez, y esa constante apología del odio, les pasará
factura en un futuro más o menos incierto.
Los partidos políticos en nuestro
país, y probablemente en muchos otros lugares del mundo, se han convertido en
entes absolutamente deshumanizados, en lugares en lo que lo más importante no
es el bienestar de la población, sino la propia disciplina de partido que dicta,
además, que hay que hacer la guerra al oponente, sacar a la luz el máximo
posible de trapos sucios del mismo, para robarle votos, porque para los
partidos ya no somos personas, sino simples votos. Cuando se hacen elecciones en
España esos partidos ocupan lugares destacados en tres posibles instituciones
diferentes: gobierno central, gobiernos autonómicos, y ayuntamientos.
Y es ahí donde reside el
problema. Llevamos muchos años comprobando que en muchas ocasiones, el gobierno
autonómico o el ayuntamiento está ostentado por un partido de signo opuesto al
que lleva el gobierno de la nación. Seguro que más de uno ha tenido alguna vez
un problema administrativo y ha escuchado “no, eso es competencia del
Ayuntamiento”, “es competencia del gobierno central”. Las fronteras a la hora
de tomar decisiones no están muy claras, y esos organismos se desmarcan de sus
competencias muchas veces culpando al contrario. Lo vimos hace poco con el tema
del hacinamiento de chavales en las residencias de MENAS. La Comunidad culpaba
al Ayuntamiento de la situación, y viceversa. Podemos imaginar fácilmente que,
cuando ocurre eso, tanto la Comunidad le pondrá zancadillas al gobierno
central, como el gobierno central a la Comunidad. Se paralizarán actuaciones
por parte de uno y del otro simplemente por esa disciplina de partido que
antepone su interés de joder al contrario, al interés por hacer un buen
servicio a la comunidad. Se pondrán innumerables zancadillas administrativas para
que el otro fracase, se taparán trapicheos, se contratarán fastos carísimos a
personas afines a la institución correspondiente, o al familiar que
precisamente se dedica a fabricar farolas, que tanta falta hace cambiar en toda
la ciudad. Es inevitable, estamos acostumbrados a esas trampas, a esas “travesuras”
políticas de unos y otros, a esa lacra mezcla de picaresca, ambición y estupidez.
El problema es seguir haciendo
eso mismo en una situación como esta.
Ese es el problema. Paralizar un envío
de material sanitario en la frontera “por una cuestión administrativa”, simplemente
porque lo haya pedido para una determinada Comunidad un partido de diferente
signo, es un problema. Comprar material defectuoso con un dinero que no te pertenece,
es un problema. Esos aviones de material sanitario que no terminan de llegar,
son un problema. Esos respiradores que misteriosamente no se homologan por
parte de Sanidad, son un problema, y todos esos problemas, que habría que resolver
de un plumazo, con coraje y decisión, están costando vidas.
Es imprescindible, urgente como
jamás lo ha sido, y una cuestión de sentido común, que los partidos políticos
en su totalidad abandonen su disciplina de partido y se pongan de una vez a
trabajar por el bien común, por la salud del país, por la VIDA de las personas.
No pueden seguir dedicándose impunemente a sus trapicheos, sus zancadillas, sus
insultos al contrario, su “y vosotros más” al que nos tienen acostumbrados,
porque eso, señores, está costando vidas. No se trata de buscar culpables en
estos momentos, porque eso no soluciona nada. Ya llegará el momento, en un
futuro más o menos incierto, de investigar si esos respiradores fueron
retenidos por una cuestión administrativa o una negligencia, o si los contagios
se produjeron en los aviones cargados de pasajeros procedentes de países en
riesgo porque los TCP de vuelo no llevaban las protecciones adecuadas en el
momento adecuado, o si la flagrante falta de EPIS se debe a compras
fraudulentas, o a que alguien se ha forrado con las gestiones necesarias, o a
que alguien ha ocultado de mala manera lo que estaba ocurriendo en la
residencia de su responsabilidad, o si la Comunidad sabía perfectamente lo que
ocurría en sus residencias, o si se podían haber tomado otras medidas mucho más
efectivas para detectar a los asintomáticos que han estado trasmitiendo el
virus, sin que nadie lo detectara porque no presentaban síntomas.
Ya llegará el momento de
investigar las causas, porque de unos fallecimientos será culpable la pandemia
en sí, de otros una institución, una Comunidad, un departamento de compras, un
director de residencia, un ministro o un partido, y de otros cualquier otra
causa que se determine en esa necesaria investigación. Pero lo que está claro
es que no hay un único culpable, sino muchos, muy variados y de diferente signo
según el lugar que se analice.
Pero ahora, por favor, poneos de
acuerdo todos para detener esos trenes de la muerte que circulan inexorables
cada día.
Los trenes de muerte suceden todos los días, ahora la pandemia los hace evidentes pero no podremos evitarlos y continuarán, volveremos a olvidarlos cuando cese el motivo que altera la vida que consideramos aceptable, terribLe. La pregunta, en mi opinión, es si vamos a aprender a recalibrar los valores actuales o volveremos a digitalizarnos aún más vs. la rutina que nos permite pensar que llegará mañana.
ResponderEliminarAbrazos y humanismo desde el sur.
Quiero pensar que vamos a recalibrar los valores actuales, pero esto es como todo, Luis. El que sea capaz y tenga ganas de aprender de todo esto, lo hará, y el que prefiera encerrarse cada vez más en la ignorancia y en su zona de confort, cada vez más vulnerable, olvidará y seguirá a lo suyo. Un fuerte abrazo centralista-humanista
ResponderEliminarProbablemente. Cuando empecemos a adivinar la preciada luz al final del túnel muchos, como bien indicas, retornarán al confort y percibirán el resultado como un mal sueño, incluso algunos, por miedo, lo digerirán rápido si les tocó muy de cerca para continuar y salvar el futuro cercano en la medida de sus posibilidades. Ahora piensa por un momento que se trata de un simulacro, del primero, y recurre a la terapia del siLencio. Quizá, ese aparejador que escribe sea capaz de construir una senda escrita que nos de luz al resto.
EliminarEs una utopía. Es imposible. El hambre de poder puede con todo lo demás y acaba con cualquier valor moral. Tu lo has dicho. El ejemplo perfecto, Hitler. Arrasa con lo que sea con tal de tener el poder absoluto. Pero tan malo como eso es lo fácil que es que se nos coma el tarro a todos llevándonos a pensar en una dirección o en otra según convenga y, lo que es peor, a actuar en una dirección o en otra. Ansia de poder por un lado, debilidad mental e incultura por otro. Resultado de la suma de ambas: que estamos jodidos. Estoy harta de oír decir lo mal que lo ha hecho el gobierno. Quien lo habría hecho mejor? Quien estaba preparado para esto? Nadie, ninguno
ResponderEliminarEso es lo primero que hay que asimilar, que nadie lo hubiera hecho mejor, y una vez que asimilemos eso, sin intereses políticos, sin simpatías, y sobre todo sin miedo, hay que exigir que actúen. Es una utopía, lo sé, pero es urgente que la población les exija eso por uno u otro medio. Tenemos que cambiar la mentalidad
EliminarDe vez en cuando escucho rumores, alguien dice que algo vendrà y no serà Bueno.
ResponderEliminarDe vez en cuando escucho científicos que dicen que no son rumores, que son verdades. Y hay que prepararse.
De vez en cuando escucho que los algoritmos matemáticos lo certifican.
Però a menudo, demasiado a menudo, observó que no se atiende.
Ahora no tengo tiempo. Ha venido y no puedo escuchar. Se ha instalado poco a poco, silenciosamente, hasta convertirse en ruidosamente, arrasa con todo, con todos. És ràpido y feroz.
Coges todos tus miedos, angustias, cansancio, lloros i tristeza, y más cansancio... lo encierras herméticamente tras una puerta cortafuegos, a cal y canto!!!. Aunque cada mañana antes de salir, la miras de reojo, sabes que està metido todo a presión. Miedo da que reviente y se esparza por todo tu ser. Però hay que seguir.
Una piensa que posiblemente nos canviarà, seguro que si, lo que no tengo tan claro si el canvio serà solo para el lamento, con la añoranza del pasado. Que el cambio apretara a quien le ha visto la cara y a quien le verá la cruz. Però serà un cambio individual? Serà global? O sólo serà del que no puede escapar?
Sentimientos cruzados. Por un lado el orgullo de la lucha, del reír y llorar a la vez con mis compañeros, la alegría cuando recibes una buena notícia O al revés…...i la helada frialdad, delante de según qué actitud.
Acabó con un pedazito de poema, que no me atrevo a traducir, por su inmensidad
Cuidem nos. Cuideu vos
Miquel Martí i Pol
I sobretot no oblidis
I, sobretot, no oblidis que el teu temps
és aquest temps que t’ha tocat de viure:
no un altre, i no en desertis,
orgullós o covard, quan et sentis cridat
a prendre part, com tothom, en la lluita,
car el teu lloc només tu pots omplir-lo.
¿Qué te puedo decir? que me has dejado sin palabras, como tantas otras veces.
EliminarGracias por pasarte por mi blog. Gracias por escribir como escribes. Gracias por ser como eres
Una cosa, debo pedrir disculpas porlas faltàs. Escribo atraves del mòbil, a lo loco, y el corrector catalan... un plaer compartir!
EliminarMagnífica película, la he visto varias veces (cómo todas las películas que me gustan) y te puedo decir que el paralelismo que haces es terriblemente cierto. He perdido amis padres, dos ancianos de esos que ya no hacían falta en este mundo, y la rabia me corroe. La mayorái d ela gente, como borregos no salen de casa, o salen con todas las precauciones, pero al os medios de desinformación del gobierno y de los carroñeros les interesa hacer ver todo lo malo par así hacernos sentirnos culpables. Y es que como he dicho más de una vez, en este país no ha habido una revolución a la francesa nunca. No ha habido guillotinas y así nos va.
ResponderEliminarSaludos de nuevo desde los años pasados