Se trata de una película protagonizada por Benedict Cumberbatch en el papel de Dominic Cummings, el artífice de la victoria del NO a Europa en el referéndum que se hizo en 2016 en Gran Bretaña. En el menú de Movistar aparece como comedia, pero no os dejéis engañar, lo único que tiene de comedia, si acaso, son las patochadas de Boris Johnson.
Veamos los precedentes: Cameron, en su campaña, le prometió
a una “chusma que alguien había azuzado contra él” (palabras de Douglas
Carswell, diputado del UKIP, en la película) que si ganaba, cosa que ni él
mismo se creía que sucedería, convocaría un referéndum para preguntarle a la
población si querían seguir o no en Europa. Ganó, y no le quedó más remedio que
convocar un referendum.
Cameron y los suyos veían la cosa muy clara. Con un mínimo
esfuerzo, iban a conseguir que la población votara seguir en Europa apelando al
espíritu económico, a la fortaleza que daba estar en bloque en la Unión, a la
solidaridad y al trabajo. Primer error: basar su estrategia en lo de siempre.
Mítines, pegada de carteles, encuestas, programas en la televisión, artículos
de opinión en los periódicos… Obviaron, o no tuvieron en cuenta, por ignorancia y sobre todo por prepotencia,
el tremendo poder que hoy en día tienen las redes sociales.
La intervención de Zack Massingham, presidente de
AGGREGATEIQ magistralmente interpretado por el actor Kyle Soller, supone todo
un máster para entender el poder de las redes sociales en todo esto. La cosa es
sencilla cuando él la explica: dos mil millones de personas se meten doce veces
al día para compartir con otros sus sueños, sus pesadillas, lo que comen, lo
que piensan, lo que les impide dormir lo que hacen a cada momento. Todas esas
intervenciones forman patrones de conducta, conductas que se solapan y que
pueden alimentar un algoritmo. Esos algoritmos sofisticados sirven para
realizar un enfoque de la población y saber lo que piensan, para diseñar
anuncios y consignas adecuados para ellos. El sistema puede hacer predicciones,
y darle a cada persona lo que necesita en cada momento. Es el sistema, no las personas,
lo que influye más en la gente.
De lo que se trata es de captar a la gente que nunca ha
votado. A los indignados, a los perezosos, a los desencantados, a los que los
políticos, en definitiva, nunca tienen ni han tenido en cuenta. En este sentido
es curiosa la visita que Carswell y los suyos hacen a un barrio de Londres
empobrecido y triste. Cuando el diputado dice “no conocía este barrio”, alguien
le contesta “pues pertenece a tu jurisdicción”. El discurso político es cada
vez más memo por culpa de los memos que se alimentan de él. De lo que se trata,
en la película y en la realidad, o al menos lo que intentaba Cummings antes de
que se le fuera de las manos, era de jalear el si8stema político para que
reaccionara, pero al final ese sistema político, anquilosado en sus viejos
procedimientos (no se trata de la izquierda contra la derecha, dice Massingham,
sino de lo viejo contra lo nuevo), no es capaz de sobreponerse, y todos sabemos
lo que sucedió. La salida de Europa ganó por más de un millón de votos.
AGGREGATEIQ hizo llegar a los votantes mil millones de anuncios de enfoque selectivo durante la campaña. Mil millones. ¿Os imagináis?. Esa empresa, junto con Cambridge Analytica, está vinculada al empresario multimillonario Robert Mercer, que luego se convirtió en el mayor donante de la campaña de Trump. Y todos recordamos que Trump ganó las elecciones.
La única buena noticia es que parece que los políticos,
aunque a remolque, han tomado buena nota de la estrategia y han empezado a
actuar de otra manera muy diferente a la que llevaban haciendo. La consecuencia
es el reciente triunfo de Biden en EEUU, la reciente defenestración de Cummings
por la nefasta gestión que ha hecho con el asunto del COVID en Inglaterra (una
cosa es manipular a los votantes y otra muy diferente gestionar una crisis de
salud) que provocará casi con toda seguridad la caída de Boris Johnson, cuyo
único mérito político consistió en subirse al carro del abandono de Europa y
que esta opción fuera la ganadora, lo que provocó la inminente dimisión de
Cameron.
También hay que decir que, además de los algoritmos de las
redes, ayudó bastante a que ganara el NO a Europa el discurso xenófobo y
nacionalista de una derecha rancia y estúpida, de la que hasta el mismo
Cummings quería desmarcarse en todo momento porque no soportaba esa apelación
al odio, a la nostalgia de unos tiempos pasados siempre mejores y al rencor
contra los inmigrantes. Es esa derecha la que tribaliza a la gente y provoca
que una diputada, Jo Cox, fuera asesinada por un exaltado.
Y también, por último, ayuda mucho repartir por todas partes mentiras a las que la gente débil de carácter o perezosa de mente se agarra sin contrastar siquiera. >En ese sentido es graciosa la escena en la que una simpatizante le dice a Boris Johnson “Van a venir a Inglaterra sesenta millones de turcos. Lo pone aquí, en su panfleto”, y es el mismo Boris Johnson quien le aclara “bueno, disculpe, lo que pone es que Turquía tiene sesenta millones de habitantes”. Mentiras como la entrada inminente de Turquía en la UE, ocultaciones de la verdad, como las ayudas que la UE proporciona a todos los países miembros en materia de inmigración o gestión de refugiados (eso ocurre también en España, por cierto), quedan impunes ante la opinión pública porque el partido gobernante es incapaz de explicarle a la población que eso no es así, que no se trata más que de tendenciosas maniobras que apelan a esa nostalgia y a ese odio que no de debería usar en ninguna campaña política, pero que los que querían que el NO a Europa triunfara, y lo consiguieron.
¿Os suena?
Sí, es un poco lo que está ocurriendo también aquí. El
mensaje de odio a lo exterior, a ese inmigrante que nos quita el pan de la
boca, es el mismo, y se puede ver, incluso hoy mismo, si te metes en las redes
y buceas un poco. La apelación a los miles de muertos por el COVID es otra
llamada al dolor, que trata de enfocar ese dolor en el responsable que en este
momento está gobernando. Pero no, en serio, no nos dejemos llevar por esos
mensajes tendenciosos, falsos y mentirosos. Seamos capaces de indagar un poco, de bucear en temas como el famoso de los okupas, cuya única finalidad es meter el miedo a la gente, porque la gente con miedo es más manipulable, no nos dejemos engañar.
El tema del manejo de las redes ya es otro cantar. Los
partidos extremistas de este país ya han intentado su jugada, o su jugarreta
más bien, en este terreno, pero creo que estamos empezando a verles el plumero,
como ya han hecho en EEUU y en otros países. Aquí es verdad que el discurso
político sigue siendo memo, estúpido y despreciativo, y que todavía no tiene en
cuenta a toda la población, sino sólo a los que piensan como cada una de las
opciones, pero si no queremos que este sistema se vaya directamente al carajo,
porque la realidad es que es el único sistema válido de convivencia en un país
normal, tenemos que votar con criterio, analizando los programas,
desenmascarando las mentiras, investigando lo que cada uno dice, si es verdad o
no. No podemos dejarnos llevar por lo
que se diga en las redes, porque hay mucha gente falsa en las redes, que ni
siquiera existe, es uno de esos algoritmos que crea patrones, y no hay que
hacerles caso.
Votar no es un asunto banal, y ese es el problema, y el
peligro de la democracia. Tomarse el voto a la ligera es muy peligroso, a corto
y a largo plazo. Vale, siempre habrá gente que vota a piñón fijo, a su partido
de toda la vida. Siempre habrá señoras que vitan a fulanito “porque es muy
guapo”, o “porque tiene carisma”. Siempre habrá personas que voten por miedo a
algo, o para contrarrestar el voto del cuñado. No es a esos a quienes hay que
tener en cuenta, porque esos no deciden el resultado de las elecciones. Ese
resultado se decide por la gente que analiza, que piensa, que reflexiona, y que
cada vez que vota se inclina a uno u trol ad en función de lo que le ofrezca
cada uno o de lo bien o lo mal que lo hayan hecho los que están. Es para esa
gente para la que se necesita en estos momentos un partido serio, consecuente,
con ganas de hacer cosas, que no se dedique sistemáticamente a tirar por tierra
lo que hace el otro, a derrocar la monarquía o a expulsar a los inmigrantes
como hizo la reina Isabel la Católica con los judíos. Señores, hay temas
muchísimo más importantes que abordar de una vez por todas, como la educación o
la inversión en I+D, por poner un par de ejemplos.
No todo está perdido. No nos rindamos. Recordad que la
democracia es el ÚNICO sistema válido, y que ese sistema depende de nosotros.
No lo dejemos en manos de las redes, no lo dejemos en manos de incapaces. Vamos
a coger las riendas de una vez por todas.