martes, 4 de marzo de 2008

La Gran Música en el cine


Resultaba complicado establecer una selección para esta entrada, encaminada a hablar de películas cuya temática directa fuera la música clásica en alguna de sus facetas, ya fuera contando la vida de un compositor, un cantante o un famoso instrumentista. Tenía bastante recientes en la memoria las dos primeras, pero me costó bastante recordar las dos últimas. El haber hablado ya de “Amadeus” en otra entrada limitaba bastante el campo de acción, y tampoco quería referenciar las dos películas (tres, si contamos la irregular “Lisztomanía”) que les había dedicado Ken Russell a Tchaikovsky y Mahler, por considerar que son versiones muy personales y porque ya les dediqué un comentario cuando hablé del director inglés.

Creo que la selección no defraudará a los que gustan de la música clásica. Distintas voces, distintas épocas, distintos modos de hacer, y un mismo espíritu, que se eleva en cada uno de los protagonistas cada vez que cantan o tocan un instrumento y se atormenta en su contacto con la mediocre naturaleza humana.

“Farinelli”(1994), dirigida por André Corbiau, nos dibuja una completa biografía de Carlo Broschi, famoso castrati italiano cuya magnífica voz se escuchó por muchos escenarios europeos durante el siglo XVIII. Protagonizada por Stefano Dionisi, al que pudimos ver en “Sostiene Pereira”, interpretando el papel de Farinelli, y por Enrico Lo Verso, que encarna a su hermano Ricardo, compositor, la película está llena de referencias y escenas en las que predomina la música de Handel, que descubre en la película al cantante observándole mientras este mide su arte con un trompetista, al que supera con facilidad tanto en potencia como en virtuosismo. La película refleja a la perfección la relación de amor-odio que tuvieron estos dos gigantes de la música, con encuentros y desencuentros influenciados en gran parte por la presencia del hermano de Farinelli, mediocre compositor siempre celoso de la portentosa voz de su hermano.

Película de comienzos duros, que muestra al principio el suicidio de un joven que se suicida arrojándose al vacío porque no puede asumir que le han castrado para que cante como un angel, la trama discurre de una forma perfecta desde la cruda disciplina impuesta por el maestro, el siempre imponente Omero Antonutti, hasta la actuación de Farinelli en las cortes de los principales reyes europeos, entre ellos el de España. Como principales números musicales, llenos de colorido y con un público permanentemente rendido a la grandeza del cantante, podemos destacar el aria “lascia chio pianga”, perteneciente a “Rinaldo”, de Handel, “cara sposa”, de la misma ópera (creo recordar que es en esta escena en la que una asistente a la actuación sufre literalmente un orgasmo provocado por la belleza de lo que está escuchando) o “son qual nave ch´agitata”, compuesta por su hermano Ricardo. La película cuenta también curiosas estrategias amatorias de los dos hermanos, en las que Farinelli conquista con su encanto y su arte a las mujeres y Ricardo remata la faena mientras su hermano abandona el lecho.

“Todas las mañanas del mundo”(1991), dirigida por Alain Coirneau, nos cuenta otra relación de amor-odio entre el mítico maestro de viola de gamba Sainte-Colombe, al parecer el más prestigioso intérprete de este instrumento, y su alumno, un obsesivo Marin-Marais que quiere aprender a tocar a pesar de los continuos desdenes del maestro, un rara avis solitario que no ha podido sobrellevar la pérdida de su esposa, muerta mientras el tocaba para un amigo también moribundo. A partir de ese momento, la muerte se convierte en una de las principales compañías del maestro, que considera la música como la voz de los que no tienen voz, la voz de la naturaleza, del viento entre las hojas, del agua...A través de su viola, Sainte-Colombe se comunica con su esposa muerta, y es su música la que le permite soportar la tragedia del suicidio de su hija, a la que Marais había dejado embarazada antes del que el maestro le echara de su casa al considerarle un buen tañedor de viola, pero un mal músico. Al final de la película, Marais llora cuando Sainte-Colombe se le aparece y reconoce la belleza de su música.

Una magnífica película, llena de referencias a la música de Lully, Couperin, Marin Marais o el mismo Sainte Colombe, interpretadas por el máximo representante actual de la viola de Gamba, el mismo Jordi Savall. La banda sonora es un placer continuo para los sentidos, y la ambientación, tanto en lo que se refiere a las pocas escenas que se desarrollan en la corte como a la sobriedad del retiro del semi ermitaño Sainte Colombe, está también perfectamente conseguida.

“Shine”(1996), basada en hechos reales, nos cuenta la vida de David Helfgott, un pianista australiano que acabó trastornado por la fuerte presión a la que era sometido por su padre, personaje magistralmente interpretado por Armin Mueller-Stahl. Tengo que reconocer humildemente que esta película tiene un especial valor para mi, ya que el actor Geoffrey Rush, que interpreta al pianista, es uno de mis favoritos. Me pareció soberbio como el empresario teatral incombustible y optimista de “Sakespheare enamorado”, y desde ese título no he sido capaz de dejar de seguirle la pista. La interpretación que el actor, también australiano, hace del desquiciado pianista, es digna ya no solo de un oscar, para el que estuvo nominado, sino de figurar para siempre en la zona más importante del altar del séptimo arte. Sus saltos en pelotas en la cama elástica, o sus magistrales interpretaciones en el piano del bar en el que entra a trabajar, provocan en el espectador emociones difíciles tanto de describir con palabras como de olvidar. Como muestra, os dejo este enlace:

http://www.youtube.com/watch?v=y-QrSc_Jw3g


y si la escena no os pone de inmediato la piel de gallina, haceos revisar la circulación, por favor.

La angustiosa presión a la que le somete su padre, que le obligaba a interpretar a Rachmaninov a pesar de que era consciente de que al parecer era un compositor demasiado complicado para un niño, provoca en quien la observa una ansiedad que pide a gritos que la pobre criatura agarre el piano y se lo estrelle al padre en la cabeza. Como piezas importantes interpretadas en la película, cabe destacar la ya mencionada “el vuelo del moscardón” y bastantes piezas del ya mencionado Rachmaninov.

Y por último, y no por ello menos importante, me gustaría comentar la magnífica película “Hillary y Jackie”(1998), dirigida por Arnand Tucker, que nos cuenta la vida de la prestigiosa violonchelista Jacqueline Du Pré, muerta prematuramente a causa de una esclerosis múltiple que cubrió de tinieblas su virtuosismo durante los últimos años de su vida. Magistralmente interpretada tanto por Emily Watson, dando vida a Jacqueline, como por Rachel Griffiths, en el papel de su hermana Hillary, el argumento nos muestra a dos hermanas, una que roza la gloria con los dedos y la otra que, si bien no consigue la fama mundial y el reconocimiento que tiene su hermana, ha logrado convertirse por méritos propios y con un gran esfuerzo en una prestigiosa intérprete de flauta. En un concurso infantil, Hillary gana en el apartado de flauta, y el público aplaude, pero cuando sale al escenario su hermana Jacqueline, campeona en el apartado de violonchelo, el público enloquece, y eso es algo que la pobre Hillary no entiende, y que la marcará para toda la vida.

Si en lo profesional Jacqueline ha alcanzado la gloria, es en lo personal en lo que Hillary se lleva las de ganar, ya que se casa con un buen hombre, tiene dos hijas preciosas y vive una existencia feliz en una casa de campo. Jacqueline, que vive toda una serie de altibajos con el pianista Daniel Baremboin, le complicará la vida a su sencilla hermana hasta el punto de arreglárselas, durante una estancia en la casa de Hillary, para acostarse con su marido, contando incluso con el permiso de su hermana. Una tensa situación, como casi todas las provocadas por Jacqueline entre concierto y concierto. Una vida tumultuosa que se rompe de repente cuando se le detecta la esclerosis múltiple que acabó con su vida. Como escena destacada, tanto por su emotividad como por la fuerza musical que tiene, aquella en la que Jacqueline Du Pré interpreta el primer movimiento del concierto para violonchelo de Elgar. Una escena inolvidable, que resulta gratificante para todo el que la contemple, sea o no aficionado a la buena música. No puedo resistirme a colgar el enlace, con la auténtica Du Pré interpretando tan maravillosa música:

http://www.youtube.com/watch?v=L5C99JyP2ns&feature=related

Cuatro personajes inmortales, en definitiva, que a pesar de pertenecer a distintos lugares y épocas, poseen el común deniminador de ser capaces de reconfortar cada día su atormentado espíritu con la inagotable genialidad de su arte musical. Y aquí debe ser donde, inevitablemente, se lance al aire la pregunta: ¿es preciso un espíritu atormentado para crear?. Si alguien tiene la respuesta, que ponga un comentario, por favor.

En esta ocasión contamos con la inestimable colaboración de Cristóbal, creador de la magnífica acuarela que preside esta entrada. Compañero de pinceles de Carmen y Juan, Cristóbal es otro gran artista, al que podéis visitar pinchando el enlace que acabo de colocar en el apartado “Blogs de mis amigos”.