Parece igual, pero no es lo mismo, ni mucho menos. No es lo mismo, ni de lejos, la Buena Gente, que la Gente de Bien. La Buena Gente, como en la canción de Presuntos Implicados, podría definirse así:
Gente, que se despierta cuando aún es de noche
y cocina cuando cae el sol
Unas pocas frases que sin embargo nos muestran con fuerza lo que para muchos es la Buena Gente. Solidaria, empática, que piensa en los demás, que comparte, que disfruta de su cultura, de su país, de su gente, y a la que le gustaría que todo el mundo pudiera disfrutar de lo que disfruta ella.
Gente creyente, o no creyente, de derechas o de izquierdas, es igual, porque ni sus ideas ni su religión constituyen el motor principal de su vida, de su forma de pensar. Gente que duda, que razona, que analiza, que asume que se equivoca cuando alguien les debate con criterio o un punto de vista diferente una idea, o una creencia. Gente que lee, que se informa, que indaga cuando algo no le cuadra, que no se sienta frente al televisor a que le vomiten noticias pasadas por el tamiz de la mentira y la manipulación más infame.
Gente, que da la vida
Que infunde fe
Que crece y que merece paz
Gente, que se funde en un abrazo en el horror
Que comparte el oleaje de su alma
Gente que no renueva la pequeña esperanza
De un día
Buena Gente, que no está convencida de que Dios los prefiera a ellos, como
sí está convencida de ello la Gente de Bien. Gente que, quizá sin pretenderlo,
quizá sin saberlo, quizá sin presumir de ello, mantiene viva la llama de un
cristianismo verdadero, que se debe a los demás, frente a otra forma de
creencia egoísta, sectaria y basada en la muerte de su principal profeta. Una
creencia que no perdona al enemigo, basada en un libro, la Biblia, que no
escribió Dios, sino un ser humano. Es la creencia de esa Gente de Bien que
puede pecar porque está iluminada por la Gracia de Dios, puede robar porque
está legitimada para ello, y puede despreciar, esclavizar, asesinar, colonizar,
violar y destruir, en nombre de un Dios que no es Dios, a los que no son como
ellos.
Gente de Bien, que se creen Gente de Bien porque se pegan a la Gente de
Bien, porque la secta de la Radio y la Televisión vomita continuamente
mentiras, bulos, patrañas e idioteces que la Gente de Bien tiene que
interiorizar, a pesar de que la realidad sea muy diferente. Gente de Bien que
deja automáticamente de serlo cuando protestan por sus derechos, por los
derechos de los demás, o porque se les ha caído la casa por las obras del
metro. Gente de Bien que es desalojada porque un fondo buitre ha comprado
entero el edificio donde vivía. Gente de Bien que justifica los desmanes y
los vicíos de la Iglesia, que mantiene tradiciones ancestrales y salvajes, que
quiere cambiarlo todo, con un gatopardismo suicida, para que todo siga igual
que hace trescientos años.
Puedes ver cada mañana a la Buena Gente en el metro, en las paradas de los
autobuses, en la calle, dirigiéndose a sus lugares de trabajo. Vestidos de
maneras muy diferentes, pensando de manera muy diferente, pero luchando por su
vida sin pisotear, sin insultar, sin escupir a nadie a la cara. Buena Gente que
no se merece una izquierda revanchista y revolucionaria, ni una derecha que
baila el vals del terror con una ultraderecha sanguinaria, inculta y
tercermundista. No, la Buena Gente que yo conozco, con la que hablo, con la que
trabajo, con la que vivo, con la que leo y debato lo leído, con la que disfruto
de exposiciones, cine, teatro y conciertos, a la que saludo cada día en la
puerta de mi portal o en el supermercado, no se merece ni de lejos que esa
Gente de Bien, que no se harta de decir que lo es, le robe su vida, se meta en
su manera de pensar o de actuar, y le aniquile la libertad. Esa Buena Gente no
se merece que una Iglesia corrupta o unas leyes mal aplicadas les destroce la
infancia a sus hijos mediante violaciones o manipulaciones psicológicas. Esa
Buena Gente no se merece que sus hijos tengan que emigrar forzosamente a otros
lugares en los que la Educación es algo mucho más importante que aquí, a pesar
del enorme talento que tiene la juventud. Esa Buena Gente no merece que se
desprecie la cultura, que se expolie o se deje caer a pedazos el Patrimonio,
que sean los ignorantes, los interesados, los mentirosos y los que sólo saben
odiar los que manejen los medios, la opinión pública y, en definitiva, la
Democracia.
Esa Buena Gente no se merece que, cada vez que este país despunta por algo
en el mundo, asoma la cabeza en lugares como la economía, la investigación o el
arte, o empieza a salir del pozo de ignorancia, incultura y fanatismo en el que
llevamos metidos desde hace siglos, aparezcan de nuevo las hordas siniestras de
la Gente de Bien para empujarles otra vez al vacío.
Escuchad la canción, y no dejéis que os roben la libertad de vivir vuestra vida como la estáis viviendo, como queréis vivirla:
https://www.youtube.com/watch?v=kUhByWqLJ_U&ab_channel=WarnerMusicSpain