Viene avalada por haber ganado la Palma de oro en Cannes, aunque al parecer cuando se proyectó en tan prestigioso festival los abucheos se produjeron con tanta fuerza como los aplausos, y el director técnico, según informa un medio de comunicación, coaccionó a los miembros de un jurado encabezado por Robert de Niro para que votaran a su favor, aduciendo que “la historia les juzgaría” si no lo hacían. Por ese simple hecho, por esa imagen fija del principio que muestra la concesión del premio, como si eso ya supusiera por sí solo que estamos ante La Palabra o El Verbo, no deberíamos dudar de que nos encontramos ante una verdadera obra maestra, ante una película que marca un antes y un después en la historia del cine.
Y sin embargo, no es así. Ni mucho menos. Después de verla ayer, he leído críticas, comentarios y reseñas, y nadie se pone de acuerdo. He comprobado que algunos sesudos críticos tuvieron la misma sensación que yo, y que toda la parte del big bang, que dura nada más y nada menos que media hora, está auspiciada por el mismo especialista en efectos especiales que se encargó de la maravillosa, y esa sí que lo era, “2001, una odisea en el espacio”.
Al parecer Malick, el director, estudió filosofía en Oxford y Harvard, y eso le marcó. Esta película no tiene nada que ver con las que ha filmado antes. El film consiste en vomitar durante más de dos horas sobre el espectador la empanada mental que debe de tener este buen hombre sobre el origen de la vida, la vida propiamente dicha, y el final de la misma. Voces en off, destellos y reflejos en la escena, el uso abusivo de la steady cam, la visión de un paraíso que parece más bien un anuncio de una compañía de seguros de vida prolongado hasta la saciedad (curiosamente comparto esta similitud con algún comentarista de cine), y sobre todo, y eso sí que es imperdonable, el pegote, el tremendo pegote de media hora del origen del mundo, que me recordaba en su concepto, como ya he comentado antes, a esa escena del monolito de 2001, pero llevada a extremos ridículos de duración, pretenciosidad y solemnidad.
Una de las comentaristas que alaba el film, supongo que porque viene bendecido por el máximo pontífice cinéfilo que reside en Cannes, sugiere que cuando vayamos a verla nos olvidemos de nuestro concepto de lo que debe de ser el cine y, por qué no, de todo nuestro bagaje cultural. Yo iría más allá. No sólo debemos desnudar nuestra alma, sino también cogernos una cogorza monumental antes de entrar, para poder soportar, y disfrutar, si es que ello es posible, de dos horas de delirios infumables.
En serio, amigos: soportamos los anuncios de compresas porque son más o menos cortos, y los documentales del origen del universo cuando nos los ponen en el planetario, porque solo duran un cuarto de hora. Los anuncios de seguros de vida son bonitos, aunque causen cierta inquietud. Pero todo ello, junto, alargado hasta el paroxismo, salpicado de retazos entremezclados en el tiempo y en el espacio que no vienen a cuento, aderezados con piezas musicales que en sí mismas son una joya, pero que acompañando a esta demencia pierden su grandeza, conforma una infumable pesadez, que lejos de ser una sinfonía, como dicen algunos, se convierte en un infierno. Sean Penn, uno de los actores, reconoció que no sabía muy bien cuál había sido su papel, y para rematar la faena dijo lo siguiente: “Una narración más convencional hubiese beneficiado a la película sin restarle belleza ni impacto”. Pero claro, se trata de Sean Penn. ¿Qué sabrá ese indeseable de la altura intelectual más exquisita?.
Pretenciosa, lenta, infumable, inentendible (los comentarios a la salida del cine trataban de buscarle explicación a cosas que no la tenían), delirante, deprimente y rancia. Esos son los adjetivos que me provoca la cinta. Las voces en off absurdas y sin contenido parecen más encaminadas a ir soltando frases de Bucay y otros iluminados gurús, que a aportarle algo al argumento. Un gran anuncio de más de dos horas, un eterno tráiler de sí misma, un vergonzoso intento de manipulación de la conciencia del espectador, al que se le pide desde el principio que “se desnude de prejuicios y valores adquiridos para enfrentarse a la obra maestra que está a punto de ver”. En fin, que no merece la pena gastarse para nada el dinero que vale la entrada. Por ese importe se puede comprar uno una buena botella de vino, bebérsela de un trago, y conseguir más o menos el mismo efecto.
Dicen que “La risa es el homenaje que los idiotas rinden al genio”. Ayer debía estar el cine lleno hasta arriba de necios, porque al terminar la película, el público estalló en una sonora carcajada, supongo que como colofón final al suplicio que acabábamos de vivir.
Al fin vuelves. Te eché mucho de menos. Yo todavía no se si es una obra de arte o una tomadura de pelo, tal vez tiene algo de ambas cosas.
ResponderEliminarHola Félix, por lo que dices, esta película no se mereció la Palma de Oro, aunque no comprendo bien cómo se puede coaccionar a un jurado para que la otorguen, la verdad.
ResponderEliminarDe todo lo que has contado de la película te voy a ser sincera: no entendí nada. No sé de qué se trata, como no sea de un big bang que dura x cantidad de minutos, de un poco de buena música clásica y de muchos efectos especiales. ¿Qué papel hace Brat Pitt? en fin que como no entendí de qué trataba la película, no tendré más remedio que "bajármela" y tratar de verla para ver si logro descifrar el misterio.
Como siempre, un placer saber de ti y de tus correrías cinéfilas, se agradece que te acuerdes más de tus seguidores...
Besos,
Blanca
¡Hola!
ResponderEliminarMe alegro muchísimo de tu vuelta blogera,aunque haya sido para contarnos que viste una película tan mala. Y gracias por el aviso de paso, no pensaba verla, pero ahora ya ni en anuncio.
Besos.AlmaLeonor
Esperaba ansiosa tu crítica, para ver si me ayudabas a entender algo, pero veo que salimos los dos igual.
ResponderEliminarPerdona por haberte arrastrado a verla, sabes que tengo debilidad por Brat Pitt, menuda decepción.
Espero leer mas comentarios de ella, y con un poco de suerte superar esa sensación que tengo de haber perdido el tiempo durante dos horas y media.
Laura
Gracias, Félix. Conociendo tu buen criterio, no tengo dudas de que esta película es una de tantas que lleva un gran aparato de promoción en detrimento de otras mejores.
ResponderEliminarPor lo menos tiene una cosa buena, y es, que te ha hecho regresar.
Un beso
Algo que me gustaría decir, si esa película te ha llevado a esos comentarios es porque cumplió su objetivo y era que no está hecha para todo el mundo. Si esta llena de pretensiones y de exageradas ridiculeces pero al menos hay gente que se atreve hacer algo diferente, como espectador me gustó el despliegue de efectos especiales enmarcado en el universo ya que siempre se hacían cosas de esas pero en la tierra.
ResponderEliminarY el papel de Brat Pitt era del hombre americano en busca de su felicidad económica y recio a la hora de educar a sus hijos cosa esta que ha desaparecido en Europa. Sean Pean hace del alma perdida de nuestro tiempo del hombre que lo tiene todo pero que va perdiendo su espíritu a medida que va obteniendo logros materiales, Y solo nos queda el recuerdo de una familia con la cual crecimos sin saber por qué nos tocó esa experiencia.
Y creo que el error del director fue extenderse.
Andrés, amigo, yo también te he echado de menos, pero aquí estamos los dos. Es verdad, no se sabe si es una obra de arte o una tomadura de pelo.
ResponderEliminarHola, Blanca, querida amiga. Al parecer, Robert de Niro se empeñó en dársela, y claro, siendo Robert de Niro... El caso es que no se puede entender, y precisamente creo que fue esa una de las motivaciones del director para hacerla. Además de tratar de contar una historia, dando varios saltos en el tiempo y dejando cabos sueltos, el director parece empeñado en mostrarnos una sinfonía audiovisual y auditiva, y se mete en una escena de más de veinte minutos, en mitad de la trama, sobre el inicio del mundo. Muy digna, eso sí, realizada por el mismo que hizo 2001, imagínate, pero que, a mi juicio, no viene a cuento. De todas formas, lo mejor es que la veas y opines, porque se presta a todo tipo de sensaciones.
Hola, Alma, querida amiga. Bueno, tal vez la opción de Blanca sea la mejor. Bajarla, verla y sacar una conclusión. Así al menos no te quedará la sensación de que te han estafado. ja, ja, ja.
Ja, ja, ja, Laura, no te lo perdonaré nunca, pero mi venganza será terrible, ja, ja, ja. La verdad es que tampoco íbamos demasiado convencidos. Las perspectivas eran buenas. Brad Pitt, Sean Penn... En fin, otra vez será. Lo peor, aparte de lo que tú dices, la pérdida de tiempo, es la pérdida de dinero.
Gracias, Carmen. La verdad es que he estado un año bastante perruno para esto del blogger, pero bueno, parece que le estoy cogiendo el gustillo otra vez. Gracias por el comentario. Es cierto, por el simple hecho de que tenga la Palma de oro parece que hay que presignarse y arrodillarse ante ella.
Hola, Starock. Estoy de acuerdo contigo en muchos puntos. Efectivamente, las historias de Brad Pitt y de Sean Penn son interesantes y muy sugerentes, pero creo que están mal contadas, que al final, los árboles no te permiten ver el bosque. Se ha perdido el director en tantos efectismos que al final arruina la historia.
Tu comentario me ha dado mucho que pensar. Creo que existen dos tipos de espectadores: los que buscan la historia que nos estén contando, y los que admiran la forma de contarla, los efectos, la música. Cuando ambas tendencias van de la mano, no hay ningún problema. Una buena historia, perfectamente contada. El problema surge cuando alguna de las dos chrría. Ahí es cuando nos decantamos unos y otros. Yo reconozco que soy de los que buscan una buena historia. Si además está bien acompañada, mejor que mejor. Enesta ocasión, pienso que la historia podría ser muy buena, pero se desperdicia en favor de los efectismos, dejando muchos cabos sueltos y sin poder sacar una conclusión. Creo que esa es la razón fundamental por la que no me gusta, del mismo modo que reconozco que puede haber mucha gente a la que le motiven más las innovaciones, y por lo tanto les habrá encantado. Hay gustos para todo, y tiene que haberlos, desde luego, pero nunca me sentiré motivado a valorar más una película porque se haya llevado la Palma de Oro. Por desgracia o por suerte, existen infinidad de ejemplos de magníficas películas que no se la han llevado.
Gracias a todos por vuestros comentarios, y un fuerte abrazo.