Venga, chicos, que ya se ha acabado la hora del recreo,
dejad de jugar de una vez a haceros los importantes, los privilegiados, los que
Dios ha elegido para llevar las riendas de la Humanidad. Veeeenga, que ya no
queda casi pastel, es hora de volver a clase a hacer los deberes, a arrimar el
hombro como todos los demás, a sacrificarse para conseguir sacar las cosas adelante.
Dejaos ya de cachondeo, de despreciar la voluntad luchadora
de todo un pueblo mucho más que preparado para poder sacar adelante una nación,
de reíros de los sufrimientos a los que vuestra locura y ansia de poder está
abocando a una parte de la población cada vez más grande. Sufrimientos que callan, que por pura vergüenza no
proclaman a los cuatro vientos, cuando a los que se les debería caer la cara de
vergüenza es a vosotros y a los que piensan como vosotros.
Os creéis los amos cuando en realidad seríais incapaces, por
vosotros mismos, de sacar adelante cualquier proyecto por simple que fuera.
Necesitáis del enchufe del familiar, el amigo de toda la vida o el miembro más
influyente de la secta que sea, porque habéis ocupado el cargo, el máximo al
que se puede aspirar, directamente, a base de soltar pasta o repartir la
influencia de vuestros progenitores. Como mucho, después de “estudiar” un máster en el que se
desprecia la experiencia acumulada, en el que se enseña que lo único importante
es el máximo beneficio de la empresa al menor coste posible, y en el que el
factor humano es el primero a prescindir. Estáis convencidos de que eso es así
porque algún iluminado anterior ha decidido que eso sea así, y cobra ingentes
cantidades de dinero por impartir sus enseñanzas. Para vosotros, lo caro tiene
que ser cierto por fuerza, así que os lanzáis a aprender esas cuatro consignas
que hunden empresas en otro tiempo más que rentables.
Os cagáis directamente en la experiencia, en la fuerza del
trabajador, en el sacrificio de muchos por llevar a cabo una buena labor, una
buena gestión, con el único condicionante de percibir una remuneración
económica mucho más que merecida, que se amortiza rápidamente con dos o tres
buenas gestiones a lo largo del año. Eso no lo veis, sois incapaces, porque en
el máster o en lo que sea no se menciona que la capacidad de trabajo de una
persona supera con creces cualquier otro planteamiento, y que si esa persona
está contenta con lo que percibe, consumirá, y conseguirá que la rueda siga
girando. Eso, con todas vuestras luces, vuestras conferencias, vuestros
emblemáticos y exclusivos encuentros en la cumbre, en las fundaciones o en
cualquier otro lugar en el que se reúnen otros especímenes como vosotros, no
sois capaces de entenderlo, a pesar de su sencillez. En esa rueda estamos
todos, y no tiene ningún sentido, ni a largo ni a corto plazo, que una gran
parte de la población pierda ilusión, capacidad y poder adquisitivo, porque la
rueda se acabará parando, tenedlo por seguro, y todos, TODOS nos hundiremos en
la miseria.
Ahora habláis de terminar con el sueldo mínimo, y con la
prestación de desempleo. ¿Qué será lo próximo? ¿Qué tipo de casta de empresario
pensáis que estáis creando? Por favor, viajad un poco, daos una vuelta por el
mundo en general y por Europa en particular. En ningún otro lugar el sueldo
mínimo es tan bajo, pero existe. Posiblemente existan muchas personas que
abusen de las prestaciones, no digo que no, pero eso también es una
consecuencia de la mala política de empleo y de la bajada de sueldos. ¿Para qué
trabajar, si voy a ganar lo mismo sin dar un palo al agua? Si los sueldos
fueran dignos, y el reconocimiento al que se esfuerza de verdad fuera premiado,
la cuestión laboral daría un giro radical, y lo sabéis.
Por favor, dejad de jugar, chicos. Venga, ha llegado la hora
de que la gente seria, los profesionales verdaderamente auténticos, los que
aman su profesión de verdad, los que saben de lo que hablan y son respetados en
su entorno por ello, tomen de nuevo las riendas. Dejad de jugar, y de robar, y
de desviar fondos a paraísos fiscales de todo tipo. Y me refiero a cualquiera
que piense como vosotros, ya sea miembro de un consejo de administración, dirigente
de un sindicato obrero, ex-trabajador buscador compulsivo de subvenciones y ayudas incapaz de
dar un palo al agua, alcalde, concejal, o miembro de un partido político, sea del signo que sea. Dejad que los
que trabajan, los que aportan, los que pagan religiosamente sus impuestos,
sigan haciendo lo que hacen, que es levantar el país, algo para lo que ninguno
en absoluto de vosotros está mínimamente preparado.
Tranquilo, ha llegado Pablo Iglesias como profe del recreo para quitarles la pelota y llevarlos a clase de las orejas. Eso sí, él mientras juega con la pelota, y ellos con Pablo Iglesias. Y todos en el recreo otra vez.
ResponderEliminarPablo Iglesias también estaba en el recreo, pero ha gritado un poco y ha llamado la atención. Es uno de los que deben dejar de jugar. Gracias por el comentario.
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