Con relación a la inmensa polvareda que se ha montado en
todas partes por el asesinato a sangre fría de Isabel Carrasco, se me ocurren
algunas cosas:
1.- Se achacó en un principio al clima de odio generado
contra la clase política. Creo recordar hablando en los informativos en este
sentido a Rita Barberá, a Isabel San
Sebastián, que insistió en vincularlo con los escraches, a Luis Salom, que
culpa a un chiste que publicó El Jueves hace nada menos que dos años… "Este
tipo de bromas acaban sembrando odio y, al final, ha pasado lo más grave, un
asesinato", dijo el señor Salom.
Ninguno de los mencionados se ha disculpado, ahora que se
ha demostrado que el crimen se debe a una venganza personal planeada desde hace
dos años. Prácticamente en el momento de conocerse la noticia, ellos soltaron
así, sin anestesia, y con la caja de resonancia que suponen los medios para
cosas como esta, sus fantasmas personales.
Da la impresión de que no tienen la conciencia demasiado
tranquila, de que saben que muy bien no lo están haciendo precisamente, cuando
están tan seguros de que se está generando este clima de ODIO contra la clase
política. Y puede incluso que sea verdad, que las actuaciones de los últimos
años (bastantes años, incluso antes de que volviera a ganar el PP) hayan generado
algo de odio, pero lo que han generado, sobre todo, es rabia, impotencia,
desesperación ante la corrupción generalizada, ante la impunidad absoluta y vergonzosa
de los que se han forrado con nuestro dinero, ante la descarada soberbia de
unos políticos que siguen teniendo prebendas y sueldos altísimos cuando la
situación no lo permite. Esto genera odio, pero también muchas cosas más, ante
la imposibilidad que tiene el ciudadano de a pie de modificar la situación,
porque su voto no vale absolutamente para nada.
¿Se les ha ocurrido pensar a
los que nos gobiernan que, posiblemente, para acabar con ese clima de odio, lo
más sencillo sería que ellos hicieran bien su trabajo, que castigaran a los
corruptos y a los miserables de sus filas, y que se ocuparan de verdad de
gobernar de una forma eficaz y honrada?
2.- Ana Samboal, presentadora de Telemadrid, alucina frente
a Hermann Tersch y Nicolás Redondo Terreros, y comenta que cada uno de nosotros
es responsable de lo que nos está pasando, que hay seis millones de parados y
que como ese clima de odio se generalice, adiós muy buenas. Sin comentarios.
Una de las cosas que nos están robando precisamente es la de poder hacernos
dueños de nuestra propia vida, porque repito, ni siquiera nuestro voto, o la
ausencia del mismo, vale absolutamente para nada. Para esta señora no deben
existir los miles de personas que han tenido que salir del país a buscarse la
vida, ni los miles que saldrán en breve.
3.- Ahora resulta que la bestia negra es Twitter. Señores,
por favor, vamos a tener un poco de cabeza. Twitter no tiene nada que ver con
los descerebrados absolutos que lo usan. Nadie, ni Twitter ni ninguna otra
plataforma, tiene nada que ver, de hecho, con la cantidad de descerebrados que
llenan las calles. Pero seamos realistas, por el amor de Dios. No hace falta
meterse en Internet para ser consciente de esto. Basta con darse una vuelta por
los bares situados en los alrededores de un estadio un día de partido
importante, para escuchar verdaderas salvajadas, en primer lugar contra el
equipo contrario, pero también contra la mujer en general, contra los inmigrantes,
contra la religión o a favor de ella… Señores, su política de educación (la
suya y la de todos los gobiernos anteriores al suyo) está produciendo una
auténtica plaga de descerebrados, movidos por el odio o por la insensatez,
porque son incapaces de pensar de otra manera, con una mente abierta como la
que tienen los habitantes de otros muchos lugares del mundo. Existe un artículo
en el código penal, que es el 510, “que penaliza la provocación a la discriminación, al odio o a
la violencia contra grupos o asociaciones”. No me jodan, señores. Si se
aplicara ese artículo con rigor, media España estaría en la cárcel, y la otra
media a punto de entrar. Y muchos de los dirigentes políticos que se llevan las
manos a la cabeza, escandalizados por el clima de odio que ellos mismos han
creado, también.
Ocurre lo de
siempre. Los medios, los políticos, las personas comprometidas con cualquier
ideología, los descerebrados, los incapaces, los imbéciles de todo rango, los
que se creen el ombligo del mundo, los que creen que pueden sacar tajada,
económica o de poder, se empeñan, cuando ocurre un hecho tan lamentable como
este, de remover la conciencia de los que no tenemos absolutamente nada que
ver, ni con lo que se ha hecho ni con lo que se dice. Yo no me siento culpable
en absoluto de nada, y ni siquiera pensé en nada cuando me enteré de la
noticia. Sospechaba desde el principio que se trataba de algo que llevaba mucho
tiempo gestándose, de una venganza personal que nada tiene que ver ni con las afiliaciones
de asesinada y asesinas, ni con el clima de crispación, ni con los escraches,
ni con ninguna de esas tonterías. Dos personas matan a otra, a tiros, y eso es lo
que debería hacernos reflexionar. Todo lo demás son esas gilipolleces con las
que quieren calentarnos la cabeza para que votemos en un sentido o en otro y
sigamos portándonos como corderos.
Algo muy podrido debe de
haber en todo el tinglado que han montado, cuando el que gana las elecciones se
alegra, a pesar de saber lo que, hipotéticamente, se le va a venir encima…
Ese deporte tan popular, sobre todo en España, de echarle la culpa al empedrado y ya de paso escudarse en algo para ponerse a prohibir.
ResponderEliminarSuscribo todo lo que has escrito. Felicidades.
ResponderEliminarSaludos.
Muy bueno. Muy en la línea del de hoy domingo de Elvira Lindo (te habrá copiado?,es broma).
ResponderEliminarMuchas gracias, Ramsés. Exacto, me ha gustado eso de "echarle la culpa al empedrado", es un símil muy bueno.
ResponderEliminarGracias, Nel, por haberlo leido y por haber comentado.
Anda, pues me gustaría leer lo de Elvira Lindo. ¿Dónde puedo encontrarlo? Gracias, señorita Vio