“A veces nos dejamos llevar por personas que dibujan para nosotros un escenario donde somos las estrellas principales, sin darnos cuenta que las luces del teatro deslumbran tan solo por un par de horas, apagándose de pronto y dejando el alma en la más completa oscuridad.”
¿Porqué me gustan los libros de Mayte Esteban? Precisamente por frases como la que precede esta entrada. Frases que se podrían leer una y otra vez, de gran belleza literaria, de gran belleza espiritual. He leído dos libros de Mayte, “La arena del reloj” y este, y los dos me han encantado. ¿Porqué, siendo de temáticas aparentemente tan diferentes, disfruto con la escritura de Mayte?
No me gustan las novelas románticas. Los que me conocen, aunque sea de manera superficial, lo saben de sobra, y al que no lo sepa, se lo digo ahora. Leí la novela de Mayte porque me la recomendó encarecidamente una persona a la que le encantó, y porque en cierto modo me sentía obligado al figurar como uno de los autores a los que se refiere Mayte en los agradecimientos del final del libro. Con estas premisas comencé a leer, y con la seguridad de que se trataba de Mayte, de que no se iba a limitar a escribir una novela romántica al uso. No, no podía ser. “Es Mayte -me dije-, ya te ha dado muestras de su desbordada imaginación y de su buen hacer”… Y me quedé enganchado desde la primera página. ¿Porqué me ocurre esto con Mayte Esteban?
Creo poder ser capaz a estas alturas de dar una respuesta a esa pregunta. Me gusta lo que escribe Mayte, cualquier cosa que escriba, cualquier incursión suya en el género que sea. He llegado a la conclusión de que Mayte hace literatura. Literatura de verdad, con mayúsculas, comprometida con la razón, con el alma, con el sentimiento. Leyendo a Mayte da la impresión de que cuando escribe lo hace desde el mismo fondo de su alma, y eso es algo que muy pocos, poquísimos autores son capaces de conseguir, y sobre todo, de transmitir. “Detrás del cristal” es una muestra de su buen hacer. Pudiendo ser clasificada en el género romántico, en caso de que alguien fuera capaz, o sintiera esa necesidad a veces injusta que sentimos muchas veces de clasificar las cosas, la novela desborda sin embargo los clichés del género, y se convierte en algo más.
“Detrás del cristal” es una galería de personajes perfectamente construidos, desde Pablo hasta Andrés, pasando por Irene, César o Ana. Provoca admiración la facilidad de Mayte para dotar a sus personajes de matices, de sentimientos, de convicciones que se rompen y emociones que les llevan a acertar o a equivocarse, a meter la pata hasta el corvejón o a tomar decisiones trascendentales para su porvenir. Sus personajes no son planos, no son previsibles, no pueden enmarcarse en un determinado cliché. Se mueven por la novela como cualquiera de nosotros por la vida, y nos atraen con sus errores, con sus aciertos, con sus tonterías, con sus bromas… Nos atraen, en definitiva, porque VIVEN, y eso es algo muy difícil de transmitir.
“Detrás del cristal” es un ejercicio de buena literatura, de esa que cuando estás leyendo tienes la impresión de estar haciendo algo positivo para tu alma, para alimentar el espíritu. Las casualidades dotan de encanto a la trama y no parecen increíbles en ningún momento. Los ambientes descritos son perfectos, tanto las casas de los protagonistas como el bar de copas o la sección de empaquetado de unos grandes almacenes. La línea temporal está magistralmente construida, apretada en la primera parte y más diluida en la segunda. Todo, en definitiva, está èrfectamente orquestado por la mano fuerte y la desatada imaginación de la autora. No se tiene jamás la tentación de estar perdiendo el tiempo cuando uno se enfrenta a un libro de Mayte Esteban.
“Detrás del cristal”, una novela más que recomendable. Sobrepasará con creces las expectativas de todo amante de la novela romántica, de la novela de humor, de la novela testimonial y de cualquier otro género, porque el libro está muy por encima de poder encuadrarse, algo que solo ocurre con los ejercicios de literatura tan magníficos como este.
Totalmente de acuerdo contigo amigo, yo lo leí casi del tirón, buscaba cualquier ratillo, para seguir, porque estaba enganchada total, recomendable 100%
ResponderEliminarBesos y gracias los dos.
Mucha razón Félix. Aunque te falta una "f" creo por ahí (has dejado una palabra sin una letra).
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con el hecho de no poderse encasillar/etiquetar. A veces, tampoco hace falta, basta con leerla.
Increíble reseña, Félix, te felicito. Yo estoy muy contenta por el éxito de Mayte, aunque todavía no he tenido tiempo de leer su nueva novela. Tampoco me gusta la novela romántica, pero estoy de acuerdo contigo en que no hay que encasillar, y si lo pienso bien, hay muchos tipos de novela romántica y algunas de las obras más grandes de la literatura lo son. El amor está presente en todas partes, no se puede negar.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus impresiones, Félix. Me dejaron temblando, tanto que he tenido que esperar para poder dejarte unas palabras aquí.
ResponderEliminarCuando cuentas una historia, al menos en mi caso, creo que es imposible no poner el alma en ello. Mercedes Pinto Maldonado, compañera escritora, me dijo un día que recibo de vuelta palabras como las tuyas porque escribo con las tripas y puede que haya algo de cierto en ello. Trato de construir personajes, empatizando con sus emociones, poniéndome en su piel y sale esto. Me alegro de que sientas que he hecho un buen trabajo.
Que sepas que TÚ me has emocionado a mí.
Besos
Gracias, May. Es una novela que se lee de un tirón, porque engancha. ¡Qué alegría verte por aquí!!
ResponderEliminarGracias, Violante. Es verdad, se me ha ido una p en "ferpectamente" o algo así. Me he acordado de un tebeo de Asterix en el que el jefe se emborrachaba y no dejaba de repetir eso, jajajaja. Lo de encasillar es una lacra para todo, y cuando te encuentras con algo así, difícil de encasillar, se aprecia.
Gracias, Carmen. Aunque no te guste la novela romántica, como a mí, esta creo que te gustará, por lo que comento en la reseña.
Gracias a ti, Mayte, por escribir como escribes y por ser como eres. Que escribes con las tripas lo tengo claro desde la primera página que leí tuya, de "La arena del reloj". Un abrazo muy grande, y sigue escribiendo, por el bien de los que amamos la LITERATURA.