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"Hacía mucho tiempo que le resultaba imposible rezar las oraciones de los libros, y que no lograba el menor sentimiento religioso cuando entraba en las doradas iglesias, llenas de fieles, sobre todo si coincidía con un sermón. Por contraste, aquel pobre camaranchón le inspiraba una emoción auténtica. Pues Shannon creía en la realidad de lo sobrenatural; creía que las súplicas de tantas gentes, exhalando ilusiones y miserias a lo largo de los siglos, permanecían allí como si embadurnaran físicamente las paredes, sin que lo adulterara —como en los templos urbanos— el esplendor material, las conveniencias sociales".
Lo vi claro desde el momento en que la leí. Yo tampoco he visto a Dios nunca en esas iglesias repletas de personas, en esos lugares supuestamente Santos, en esas manifestaciones de personas con crucifijos que rezan en la calle. Tampoco le he visto en mezquitas, todo hay que decirlo, ni en templos masónicos, ni en sinagogas ni en templos budistas. Ni siquiera me he encontrado con él en Roma, en San Pedro, ni en San Pablo, ni en las Catacumbas. No, para nada. Las pocas, escasísimas ocasiones en las que me he encontrado con él, y nos hemos tuteado, se han producido en una pequeña iglesia solitaria de Murcia, en una increíble puesta de sol en la orilla de una playa también vacía, y en el diálogo que tuve con unos mirlos que conversaban entre ellos a la caída de la tarde en el embalse de una encantadora localidad en la provincia de Ávila.
Y sin embargo, el pasado viernes 26 de diciembre volví a encontrarme con Él.
El espacio se prestaba a ello. Ya intuía, desde la primera vez que visité O Lumen, que en cualquier momento se podría producir el encuentro. Imponente en su sobriedad, humilde en su escaso mobiliario, innovador en su planteamiento luminoso, O Lumen es uno de esos pocos lugares que imponen en quien los visita una sensación mezcla de grandiosidad y recogimiento infinitos. Nadie Sospecha, al traspasar la puerta de entrada por primera vez, que se va a encontrar de pronto inmerso en un espacio tan especial.
El acontecimiento también se prestaba sin duda a ello. Nada menos que "Música Angelorum. Teorías del Angel", creado y presentado por Bea y José Luis Gestión Cultural. Tomando como referencia las pinturas de ángeles de Parada Morollón que se exponen actualmente, los dos aristócratas de lo sensible proponen un viaje inmersivo, a través de la música y de la reflexión, por la historia, la filosofía y las sugerentes teorías que rodean el Universo de los ángeles.
Bea y José Luis son unos maestros en el complicado arte de cautivar a un auditorio, sea del tamaño que sea, durante el tiempo que haga falta. Es algo que tengo clarísimo desde que se incorporaron a mi vida. Ya sea en una sesión de cortos, en un taller cinematográfico de más de cinco horas, o en un evento como el del viernes, sé de antemano que voy a salir enriquecido, sorprendido, con esa sensación que se produce cuando asistes a algo que sacude con fuerza tu alma. Lo del viernes estaba predestinado a convertirse en algo especial. Poca gente, casi todos amigos, en ese espacio, con una música celestial que abarca todas las épocas... Imposible no concentrarse, no cerrar los ojos y meditar en lo que se está sintiendo y viviendo.
Imposible no reflexionar ante los caminos propuestos por José Luis para explicar la historia de la batalla de los ángeles, de San Miguel y de Metatron. Imposible no plantearse las posibilidades que sugiere José Luis (siempre lo hace, con una maestría que me encanta. Desgrana un tema detrás de otro sin dar su opinión sobre el mismo, dejando que sea el mismo oyente quien se plantee una hipotética respuesta) acerca de la naturaleza de los ángeles, de su presencia entre nosotros, de su influencia sobre nuestro estado de ánimo... Imposible no vibrar ante los maravillosos poemas leídos en vivo y en directo por Bea, con esa voz suya tan especial.
No quiero hacer espoilet sobre la música que escuchamos, porque el evento se va a repetir el próximo dos de Enero, pero sí diré que abarca desde música antigua hasta canciones de rabiosa actualidad, pasando por música de cine. La mezcla resulta perfecta para emprender el viaje.
En cuanto al asunto de los ángeles... Bueno, yo tengo una teoría personal, en realidad poco desarrollada,pero que desde el viernes ha tomado más cuerpo: creo que todos nacemos con dos ángeles en el interior de nuestra alma. Es muy sencillo, son como esos dos ángeles que aparecen en las películas, uno de ellos bondadoso ,que le dice al protagonista al oído que no haga tal cosa, y el malvado, que le incita a cometer pecados o pecadillos. Los dos ángeles están ahí, más o menos aletargado, y se despiertan en ocasiones distintas para cada persona. Unas veces, el ángel malvado, o más bien travieso, se acelera ante ese vaso de ron que no te debes beber. El bondadoso te empuja a ceder el asiento a una anciana en el autobús. También ocurre que tus ángeles interiores se emocionan, y se crecen uno sobre el otro, cuando se encuentran con el ángel, bondadoso o malvado, de otra persona. Mi ángel bondadoso particular, por ejemplo, se ha revolucionado por completo en varias ocasiones. Recuerdo por ejemplo cuando bailó con el ángel de una persona amada en un concierto de boleros en Valencia, o cuando se exaltó al escuchar una guitarra flamenca en el Ateneo de Madrid. Lloró cuando nació mi hijo, y Lloró cuando se fueron los ángeles de dos seres muy queridos.
Y por supuesto, vibró, lloró, sonrió, y sobre todo creció un poco más, cuando jugó el viernes pasado con los ángeles particulares de Bea y José Luis


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