Esta tarde estaba buceando en la página de RNE. Por
curiosidad, he escuchado una entrevista que Juan Ramón Lucas le hizo ayer a
Antoni Bruuel Carreras, coordinador general de Cruz Roja, a tenor de la
presentación del informe de vulnerabilidad social.
El documento me ha parecido espeluznante. Os dejo el enlace
y os invito a escucharlo detenidamente. Sólo dura siete minutos.
Cruz Roja está ayudando con alimentos a 1.100.000 familias,
con ropa a 80.000, y con ayudas para la escolarización a 10.000 niños, cuyo
número se doblará el año que viene. El 80 por ciento de las personas que
atiende Cruz Roja, está por debajo del umbral de la pobreza, que se sitúa en
los 628 euros al mes. Por el sarcasmo de la estadística, el porcentaje ha
bajado del año pasado a este, cuando se situaba en el 90 por ciento. No nos
engañemos. El umbral de ingresos estaba situado en los 700 euros mensuales, de
ahí que haya bajado el porcentaje. El perfil de los que acuden a la ayuda es de
formación secundaria e incluso superior. El riesgo, que antes se asociaba sólo
a factores sociales, se asocia ahora a factores puramente económicos, y termina
desencadenándose en fracaso escolar, problemas de alcoholismo, depresiones,
etc.
Lo peor sucede hacia el minuto 4:33. Juan Ramón lanza una
pregunta, una terrible afirmación, más bien, y Antoni Bruul la corrobora, no sin titubear un
momento:
— Antoni, en estos
momentos hay familias que están pasando hambre en España
— Si, si,
definitivamente. Hay familias que están pasando hambre y que además se aíslan
cada vez más. Otro dato que nos preocupaba muchísimo es el aislamiento de las
personas por vergüenza o por sentirse inseguras.
La entrevista sigue. Juan Ramón comenta que en programa de
Jordi Tuñón, “Afectos matinales”, un hombre parado llamó para decir que le
habían tocado cien euros, y que se los había gastado en carne. Antoni dice
entonces que muchas familias son incapaces de adquirir proteínas, en forma de
carne o pescado, ni siquiera tres veces por semana. La entrevista acaba con una
frase de Juan Ramón. “hay gente, el
vecino de cualquiera de nosotros, que vive en nuestra escalera a lo mejor, que
no puede comprarse carne”.
Me he quedado de piedra. No son una, ni dos. Son 1.100.000
familias las que están recibiendo alimentos. Me ha dolido en lo más hondo ese
aislamiento al que hace alusión Antoni, por vergüenza o por sentirse inseguras.
No son ellas precisamente quienes deberían sentirse avergonzadas. Ni mucho
menos. Ya doy por hecho que aquí no van a salir a la luz, no van a presentarse
ante las cámaras de televisión, ante la ciudadanía, la caterva que de una u
otra manera nos ha empujado a todos a este callejón sin salida. Y no me refiero
sólo a los políticos, tanto de un signo como de otro, sino a todo aquel que
tenga algo que ver con esta situación.
Me refiero a unos sindicatos inútiles, ineficaces, con la
tripa llena de dinero público, a los que les importa un carajo el bienestar de
los trabajadores, y de lo único que se preocupan es de llenar las arcas.
Me refiero a los inútiles e ineficaces gobiernos de
socialistas y de conservadores, más preocupados en defender sus reinos de
taifas, sus parcelas de poder, el voto inútil y cautivo de sus incondicionales
con orejeras, que del buen gobierno que un país como el nuestro necesita. Unos incapaces que se escudan en la incapacidad del otro para justificar la suya.
Me refiero a los corruptos en Ayuntamientos y Comunidades, desde el alcalde o el presidente hasta el más irrisorio concejal de festejos. A
todos ellos, y son muchos, que han esquilmado nuestro dinero en gastos
superfluos, consejerías que no valen para nada, subvenciones absurdas,
comisiones vergonzantes, recalificaciones monstruosas y adjudicaciones de obras
en burdeles de lujo y mercados de droga.
Me refiero a esos falsos patriotas, patriotas de mierda, a
los que lo único que les importa es el orden y conservar sus rancios
privilegios, aunque este se rompa para reivindicar unos derechos básicos, como
lo son la educación, la sanidad o el I+D, que nos están robando para compensar
a un sistema financiero que se arrogó las atribuciones de promotor universal de
España sin tener ni puta idea del negocio, y que sigue manteniendo unos sueldos
astronómicos para consejeros que no sirven para nada. Los verdaderos patriotas,
los que protestan, lo hacen porque aman de verdad a su país y a sus
gentes, y aspiran a la perfección, como dijo alguien en Twitter hace poco.
Me refiero a los defraudadores de todo tipo, a los que
luchan denodadamente por seguir sin dar un palo al agua, o por conseguir una
baja permanente a pesar de estar sanísimos. A los que viven de subvenciones
inmerecidas, a los que son incapaces de mover un dedo para mejorar su entorno,
resignados como están a que en este país, “quien no corre, vuela”. A esos
obreros especialistas en el escaqueo, y a esos empresarios de casta superior, anquilosada en un pasado hortera, casposo y tercermundista, incapaces
de subir diez céntimos el sueldo a su personal, pero muy capaces de gastarse
100.000 euros en invitar al corrupto de turno a irse de cacería y de putas
caras para conseguir una licencia.
Me refiero a esos arribistas, empleados en una empresa,
capaces de remover Roma con Santiago, de dar los codazos que sean necesarios, de
chupar las pollas que hagan falta, para conservar su sillón. A esos cobardes de
mierda incapaces de reivindicar mejoras laborales o una mera estabilidad, que
vamos perdiendo poco por nuestra dejadez y nuestra absoluta falta de empatía
con lo que le ocurra al prójimo.
A todos ellos les digo que deberían ser ellos los que se
avergonzaran, que deberían ser ellos los que se metieran en su casa para no
salir jamás, hasta que se pudrieran de vergüenza.
Aquí no ocurrirá como en Argentina con aquella niña a punto
de morir de hambre. Aquí no se verán en televisión las imágenes de la primera
víctima de esa lacra impensable en un país soberano. Ya se encargarán los
medios de comunicación, al servicio también de oscuros intereses que nada
tienen que ver con el bienestar del país, de ocultarla convenientemente con
alguna final de fútbol, único acontecimiento de mierda capaz de remover
nuestras conciencias y sacarnos a la calle. Probablemente ya se haya producido
alguna defunción por hambre.
Probablemente, como decía Juan Ramón Lucas al final, sea ese
vecino nuestro, que vive en nuestra escalera, el que haya fallecido, y ni
siquiera nos hemos enterado. Probablemente ni siquiera nos enteremos cuando
seamos nosotros mismos los que muramos de hambre.
Qué porquería de mundo les dejamos a nuestros hijos. Lo peor es el conformismo. El otro día, en el parque, hablaban de la tremenda deuda que tiene el pueblo donde vivo. No sé cifras pero, como todo el mundo sabe aquí, sé la causa: todos los años se celebran, en un pueblo de poco más de tres mil habitantes, corridas de toros con las estrellas más importantes del momento. A pesar de la deuda y la crisis, están pensando que este año, más de lo mismo.
ResponderEliminarLo peor somos los demás, cruzados de brazos.
Besos, crack.
Tú lo has dicho, Mayte, lo peor somos los demás, y eso lo saben de sobra los que tenemos encima. Se lo han montado de puta madre para anestesiar las conciencias con toros, fútbol y operetas.
ResponderEliminarPanem et circenses. Lo malo es que está empezando a acabarse el pan.
Besos para ti también, Mayte.
El mundo terminara tragándose a sí mismo, somos demasiados, y mientras la gente que tiene todavía qué comer y trabajo seguro siga mirándose el ombligo, es lo que sucederá.
ResponderEliminarLas organizaciones internacionales de ayuda humanitaria socorren a los "pueblos desvalidos" en lugar de desalojar del poder a los gobernantes ladrones. En un futuro todos estaremos africanizados. Mientras tanto la tv sigue alienando a la gente, claro, pero comprendo que los trabajadores de los medios de comunicación también tienen qué comer. Qué decadencia.
En México, el salario mínimo marcado por la ley es de 62.33 pesos (menos de 5 euros) por día, y en algunas zonas del país es de 59.08. Son menos de 200 euros al mes. El kilo de bistec de res (y no de la mejor calidad) cuesta 80 pesos. El litro de leche cuesta 12 pesos. El kilo de jamón (tampoco de la mejor calidad) cuesta 120 pesos. Un queso de medio kilo cuesta 60 pesos. Un par de pepinos medianamente grandes cuesta 10 pesos. Una lechuga cuesta entre 30 y 50 pesos. El kilo de tortillas (las de maíz, no las de huevo) cuesta 10 pesos. La renta de un cuarto redondo, es decir, una habitación de 4x4 metros está en 1,000 pesos en las zonas más marginales de la Ciudad de México. Tenemos una tasa de desempleo del 6%, o sea, nada más 6 millones de desempleados; pero una tasa de 25% de subempleados, es decir 25 millones que ganan aun menos del salario mínimo. Yo diría que nuestros gobiernos están impulsándonos al vegetarianismo, si no fuera porque aquí las zonas de pastos cada vez son menos porque siguen construyendo casitas peor hechas que las de los Tres Cerditos.
ResponderEliminarAun así, 40% de la población dice que va a votar por el candidato del PRI, el partido que nos gobernó durante 70 años y que creó esa disparidad entre salario real y precio real.
Te concedo toda la razón, hermano. Estamos narcotizados por el fútbol, la televisión de mierda y los conciertos de Paul McCartney gratuitos. Porque no importa que tu vecino o tú mismo estén muriendo de hambre, siempre habrá gente que vote por quienes le están matando.
Ah, y esto lo digo con el dolor de ser alguien que gana al mes menos de 600 euros.
Es un lujo compartir una red social con personas como tú. Haces bien en compartir el enlace, porque muchos vivimos en nuestra nube de bienestar, aunque no de lujo, sin pararnos demasiado a pensar en que cada bistec que comemos, al que quitamos los bordes porque nos molestan, muchas personas harían un arroz con lo mismo que tiramos. Hoy no me sentará tan bien la comida, te lo aseguro.
ResponderEliminarEs terrible. Y vamos a peor. Se veía venir, pero los que tenían que hacer algo, en su momento, no lo hicieron. Todos sabíamos que no podía ser real ese boom inmobiliario... Y aquí están las consecuencias de tantos españoles en el paro, y los inmigrantes que vinieron porque había trabajo. Este, también es su drama. A veces, nos olvidamos de ellos. Se han visto obligados a retornar a sus países de origen, sin nada.
ResponderEliminarUn abrazo,
Blanca Miosi: Tienes razón, no se atacan las raíces del problema, esos gobiernos corruptos, porque las grandes multinacionales (petroleras, industriales...) consiguen mejores prebendas con un dictador que con una democracia. Acabaremos así, tragándonos a nosotros mismos. Ese es el resultado de la inteligencia del ser humano, que se supone superior al resto de las especies y no lo es.
ResponderEliminarVictor Hugo, somos hermanos, y cada vez nos acercamos más. La miseria hermana, y tu país y el mío cada vez se parecen más. Vosotros llevais más tiempo, pero nosotros estamos llegando a esos patéticos datos con mucha fuerza.
Mercedes, reconozco que estos temas no son agradables, pero es verdad, hay que bajar de la nube de vez en cuando y tomar contacto con la realidad. Si no conoces algo, jamás podrás luchar contra ello, y llegará un momento, si es que no nos quedamos tan anestesiados que ya no podamos ni mover un dedo, en el que tendremos que gritar todos al tiempo que ya basta.
Pilar, tienes razón, la burbuja inmobiliaria era un espejismo terrible, cada vez más grande, y nadie hizo nada porque a todos nos beneficiaba vivir en esa especie de mundo de yupi que nos habían regalado sin que nadie se preguntara qué había a cambio, porque siempre hay algo a cambio. Es muy interesante el tema que planteas de los inmigrantes. Ayer escuché también en la radio que hay muchas familias de inmigrantes que ni siqueira pueden volver a su país porque se les acabó el contrato y el empresario les echó de mala manera. Es terrible. Hemos pasado de necesitar una fuerte ayuda de mano de obra, a ono poder atender las necesidades mínimas de los que vinieron a ayudarnos. Tengo familia que emigraron a Alemania en los años duros, y ni las condiciones en que se fueron para allá, ni las condiciones en las que se han venido al jubilarse para España, tienen nada que ver con el modo en que nosotros hemos gestionado la inmigración. También en eso hemos sido unos puñeteros chapuzas, es verdad.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Hoy mismo pueden leerse en la prensa noticias como estas:
ResponderEliminar"La población en riesgo de pobreza ha aumentado más de un millón de personas en un año"
"Para legalizar dinero en efectivo, bastará con que el evasor diga que ya lo tenía en 2010 y que lo ingrese en una cuenta"
Con medidas como esta y otras muchas, conocemos el talante y la capacidad de los gobernantes, la situación a la que nos han llevado y la inutilidad de los mismos. Necesitamos soluciones drásticas y comprometidas.
Enhorabuena por tu blog.
Saludos!
Gracias, José. Hace cinco años, noticias como esas se leían de pasada. Hoy, cabrean. Lo que nadie es capaz de imaginar, es cuándo va a estallar todo ese cabreo colectivo en el que nos meten día a día, y de qué forma. Supongo que algún imbécil, o muchos, siguen pensando que la cuerda es infinita y se puede seguir tensando alegremente. Cuando todo esto estalle, se rasgarán las vestiduras.
ResponderEliminarSaludos, y bienvenido!!.
Cuando todo esto estalle, decís... Como sabes, Félix, yo vivo en Vallecas, que es un barrio obrero de Madrid. Aquí, el 80% de los vecinos sigue llenando los supermercados, consumiendo en las tiendas de ropa y calzado, abarrotando las terrazas de los bares... Quiero decir con esto que, no sé si por suerte o por desgracia, existen muchísimas familias que viven gracias a la economía sumergida. Este es un país, no conozco estadísticas de otros, en el que el dinero negro cubre las necesidades de miles de trabajadores. Por las realidades que yo vivo en mi barrio, los que realmente están sufriendo en sus carnes con mayor severidad este brutal ataque del capitalismo desbocado son los inmigrantes. A ellos les está golpeando fuerte, en mayor medida, todas las calamidades que has relatado en tu entrada. Insisto, es mi opinión, lo que vivo día a día en un rincón de Madrid llamado Vallecas. Un beso.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo contigo, Koncha. Gracias por tu comentario.
ResponderEliminar!Besos!