El pasado 23 de Noviembre falleció en Barcelona Montserrat Figueras, soprano de voz prodigiosa, musa y esposa de Jordi Savall. Descanse en paz.
No soy un gran entendido en música clásica, pero consigo emocionarme cuando la escucho, y no puedo evitar indagar en todo aquello que me emociona. Dentro de la música clásica existe la parcela de las músicas antigua, renacentista y pre-barroca, todo un universo en el que destaca por encima de todos sus integrantes, tanto nacionales como internacionales, la figura de Jordi Savall, musicólogo, director de su propio sello discográfico (Alia Vox), magnífico intérprete de viola de gamba, y fundador junto a su mujer de los grupos Hesperion XX (ahora Hesperion XXI), la Capella Reial de Catalunya y Les concerts des Nations.
Tuve la inmensa fortuna de adentrarme en el mundo de Jordi Savall a través del cine, en concreto gracias a la película “Todas las mañanas del mundo”, de Alain Corneau, que trata de la relación del melancólico Sainte Colombe con un joven Marin Marais, al que el primero da clases de viola. La música de esta película, con piezas de Colombe, Marais, Lully y otros, se llevó varios premios internacionales por su alta calidad. Con ella descubrí por primera vez el inconfundible sonido Savall, la impronta de buen hacer que el musicólogo impone en todo lo que crea, la “profesionalidad sencilla” de todo aquel que sabe perfectamente lo que hace y domina su oficio a la perfección.
Como no podía ser menos, después de escuchar aquello comencé a bucear en el mundo de la música renacentista y pre-barroca de la mano de Savall, que se ha movido siempre como pez en el agua en ese registro. Tengo pocos discos, lo reconozco, pero los disfruto con pasión cada vez que los escucho. Es un placer que recomiendo a todo aquel que quiera descubrir ese mundo. Las “ensaladas” de Matheo Flecha, “Ludi Music” de Samuel Scheidt, “Cancionero de Palacio”, títulos todos publicados por el sello Auvidis, muy frecuentado por Savall antes de fundar el suyo propio. Hay muchos más títulos, por supuesto, que os invito a descubrir.
La primera vez que escuché la voz de Montserrat Figueras tuve el privilegio de hacerlo con su magnífica interpretación del “Lamento della ninfa”, de Monteverdi, pieza que, a partir de ese momento, consideré como la más importante y bella escrita jamás para una voz femenina. Ya dije antes que no soy un gran entendido en música clásica, así que os dejo el enlace a dicha pieza para que juzguéis por vosotros mismos. La catarata de sensaciones que provoca la voz de Montserrat alcanza cotas inimaginables. Es un tema al que vuelvo recurrentemente cada muy poco tiempo. Precisamente lo estoy escuchando mientras escribo esta entrada.
A partir de ahí, me resultó imposible sustraerme a la belleza de la voz de Montserrat, perfectamente conjugada con la minuciosa labor de investigación sobre música antigua que había emprendido conjuntamente con su marido, Jordi Savall.
En muchas ocasiones, y ahora con más razón, he lamentado profundamente no haberme propuesto asistir a alguno de los conciertos de verano que Savall y su mujer solían hacer en el Castillo de Perelada.
De Montserrat se ha escrito y se está escribiendo mucho estos días por gente mucho más cualificada que yo para hacerlo, más entendida y mucho más comprometida con la música, que la conocían, la seguían y la amaban profundamente. Me apetecía escribir la entrada simplemente para dedicarle mi pequeño homenaje de aficionado, ni siquiera buen aficionado posiblemente, y abrir la puerta de su espíritu inmortal y su buen hacer a los que posiblemente no hayáis tenido la ocasión de cruzaros con ella. Os invito a disfrutar de la perfecta simbiosis Savall-Figueras, a emocionaros con una forma de trabajar y de sentir la música que entra dentro del terreno de la inmortalidad. Para ello, como espoleta de arranque, os invito a ver este magnífico documental:
Atentos a las serenas palabras de Savall, a su modo de hacer, a los sentimientos a flor de piel que transmiten Montserrat y el resto de los músicos, a los escenarios en que se desarrolla ese mundo, a los oficios paralelos, como el magnífico episodio del lutier Bartés. Os aseguro que vais a disfrutar al verlo tanto como lo hice yo.
Montserrat, tu sereno espíritu y tu voz inmortal nos acompañarán para siempre. Descansa en paz allá donde te encuentres.
Acabo de escuchar a Montserrat, Félix, y la pena invadió mi alma. Perder a una mujer, una cantante, un ser humano de este calibre... no digo más. Desde aquí mis sentimientos para su esposo.
ResponderEliminarHermoso tributo, tu entrada.
Besos,
Blanca