El truco consistía en lo siguiente: uno se las arreglaba para que la chica de la panda que le gustaba se sentara a su lado en el cine de verano, después de varios subterfugios, apaños o sobornos a los otros diecisiete miembros para que se produjera tan placentera situación. Por supuesto, uno ya había visto la película, “Carrie”(1976), protagonizada por una jovencísima Sissy Spacek, que nos cuenta la historia de una niña con poderes no demasiado bien vista en el inevitable instituto americano de turno. Se trata de la adaptación de una novela de Stephen King que constituye uno de esos extraños casos en los que la película supera con creces al libro, hasta el extremo de llegar a convertirse en todo un clásico del cine de terror. En este caso, el terror venía de la mano de la madre de Carrie, interpretada por una todavía joven Piper Laurie. Una mujer desquiciada e iluminada, temerosa hasta la enfermedad de cualquier cosa que oliera a modernidad, y con la insana manía de encerrar a su hija, cada vez que interpretaba en su perturbada mentalidad que la había ofendido, en un cuartito oscuro con un Jesucristo crucificado cuyos ojos provocaban el terror perpetuo del que los contemplaba.
Perdón, que me he ido del tema. El asunto era ese, colocarse al lado de la chica en cuestión, después, por supuesto, de haber visto previamente la película. “Carrie” tenía la facultad de no provocar nada de miedo en su segunda visión, con lo que uno podía hacerse el machote después de haberse cagado literalmente de miedo en la primera. La película transcurría con sus sobresaltos más o menos importantes, con las locuras de la madre, los desdenes de los compañeros, la inefable amiguita fiel (la por siempre empalagosilla Amy Irving) y la locura de la broma final en la fiesta del instituto, cuando nombran a Carrie reina de la noche con la absurda pretensión de embadurnarla de sangre, lo que despierta, lógicamente sus iras. Así, entre sangre y fuego, llegaba el final, cuando la inefable amiga se acerca a la tumba de Carrie, que ha muerto después de destrozar su casa, al tiempo que suena una música romantiquilla, más propia de un anuncio de compresas. Todo va bien, todo ha terminado. En ese momento, la mano ensangrentada de Carrie surge de la tumba y agarra la de su amiga. Resulta que no era más que una pesadilla, pero una escena tan inesperada provocaba, indefectiblemente, que la chica en cuestión se agarrara como una loca del brazo de uno gritando como una posesa.
Creo no exagerar demasiado si afirmo que más del cincuenta por ciento de las familias españolas cuyos padres tenían por aquella época más o menos 18 años se deben sin duda a la escena final de “Carrie”. A uno no le quedaba más remedio que tranquilizar a la chica en cuestión, acompañarla a su casa, etc. Manolo, un amigo mío, se casó dos años después con la chica que le había roto la camisa al final de la película. La chica se empeñó en llevarle a su casa para coserle la manga, y ocurrió lo que tenía que ocurrir. Otros, que en un verano dado no habíamos tenido tanta suerte, volvíamos a intentarlo al verano siguiente, y a veces funcionaba. Otras veces no, claro. Alberto se pasó media hora sacándose las uñas que Nieves le había clavado en el antebrazo, sin ninguna misericordia, al contemplar la dichosa escena.
Bromas aparte, considero “Carrie” una gran película, tanto por la tensión que tiene, que no desfallece en ningún momento, como por el tema que plantea, el de los poderes paranormales, que en aquella época constituían toda una novedad. Alguien podría pensar que la película ha envejecido mal, pero cre que, aún hoy, es capaz de despertar más morbo que muchos títulos de terror actuales.
“El fantasma del paraíso”(1974) es anterior a “Carrie”, pero creo recordar que en España se estrenó más tarde. Sobre lo que significa para mi, deciros simplemente que probablemente sea el musical más sugerente que he visto nunca, y que jamás he entendido la inmerecida fama de otros musicales semejantes, como “The Rocky Horror Picture show”, por ejemplo, frente al olvido al que ha sido relegada injustamente esta maravilla del séptimo arte.
Un compositor a caballo entre el rock y la música clásica, Winslow Leach (William Finley), crea una ópera rock basada en la historia de “Fausto”. Un empresario sin escrúpulos, Swan (John Williams), le roba la obra para estrenarla en una sala de conciertos de su propiedad, a la que ha llamado “El paraíso”. Cuando Winslow trata desesperadamente de recuperar su música, su rostro se desfigura, aplastado por una prensa de discos. Comienza entonces a boicotear la sala de Swan, con atentados que rozan el surrealismo y el humor negro a partes iguales, hasta que Swan llega con el a un acuerdo para que deje en paz a Phoenix (Jessica Harper), la estrella del espectáculo. Winslow accede, entre otras razones porque se ha enamorado perdidamente de la cantante.
La película es un sentido homenaje al clásico “El fantasma de la ópera”, revisitado en clave de Rock y con bastantes guiños también al “Fausto” de Goethe. La magnífica banda sonora, con las inquietantes composiciones de Winslow como hilo conductor, la maléfica y retorcida personalidad de Swan, la emotividad de Winslow y la inocencia de Phoenix componen un cuadro inolvidable, una historia inmortal que sin duda dejará huella en el alma del espectador.
Después de estos dos títulos, Brian de Palma rodó dos películas que sin duda recordareis. “Vestida para matar”(1980) nos cuenta las andanzas de un psicópata asesino. Protagonizada por Michael Caine y Angie Dickinson, despertó tantas o más pasiones que la ya por aquel entonces legendaria “Carrie”. En “Impacto”, un técnico cinematográfico interpretado por John Travolta, consigue, gracias a su ciencia, esclarecer un crimen de un personaje importante que se había intentado disfrazar de fortuito accidente. Estos dos correctos thrilers surgieron sin duda como tributo al maestro Hitchcock, al que De Palma adoraba incluso públicamente.
Vino después “El precio del poder”(1983), la epopeya que narra la ascensión desde la miseria hasta las más altas cimas de la riqueza de Tony Montana (Al Pacino), un inmigrante cubano que logra, por méritos propios y sin ningún tipo de escrúpulos, erigirse en uno de los más importantes narcotraficantes de Norteamérica. Desde sus inicios sangrientos en el campo de refugiados cubanos, asesinando a un compatriota en compañía de su amigo inseparable, Manny Rivera, Tony Montana irá subiendo puestos en el escalafón del crimen, aunque para ello tenga que matar, extorsionar, traicionar e incluso enfrentarse abiertamente a todo un cartel de la droga colombiano. Resulta relevante la aparición en el reparto de F. Murray Abraham, famoso desde su participación en “Amadeus”, así como la fascinante belleza felina de Michael Pfeiffer, la chica del gangster al que Manero planta cara hasta hacerse tanto con su imperio como con ella.
En “Doble cuerpo”(1984) me enamoré para siempre de Melanie Grifith. Un estupendo thriler, amenizado con una soberbia banda sonora, en el que el inocente Craig Wesson se ve sumergido, a causa de su repentino enamoramiento de la figura femenina que observa a través de un telescopio, en una complicada trama encaminada a arruinarle la vida y culparle de un crimen que no ha cometido. La claustrofobia que el protagonista siente en ciertos espacios, como túneles o pasos peatonales, contribuye a la configuración por parte del director de angustiosas escenas que parecen desarrollarse a cámara lenta.
“Los intocables de Elliot Ness”(1987) nos cuenta, en clave de leyenda, la historia del grupo de policías capitaneados por el mítico Elliot Ness (Kevin Costner), entre los que destaca un soberbio Sean Connery en uno de sus papeles más acertados. La película está llena de referencias cinéfilas. Es famosa la escena de la escalera de la estación de tren, rodad a cámara lenta, que recrea la famosa escena de la bajada del coche de niño por la escalinata de “El acorazado Potemkin”. A destacar también la desquiciada personalidad de Al Capone (Robert De Niro) y las escenas de extrema violencia que protagoniza.
Brian De Palma, un director de cine en estado puro que raramente defrauda.
Perdón, que me he ido del tema. El asunto era ese, colocarse al lado de la chica en cuestión, después, por supuesto, de haber visto previamente la película. “Carrie” tenía la facultad de no provocar nada de miedo en su segunda visión, con lo que uno podía hacerse el machote después de haberse cagado literalmente de miedo en la primera. La película transcurría con sus sobresaltos más o menos importantes, con las locuras de la madre, los desdenes de los compañeros, la inefable amiguita fiel (la por siempre empalagosilla Amy Irving) y la locura de la broma final en la fiesta del instituto, cuando nombran a Carrie reina de la noche con la absurda pretensión de embadurnarla de sangre, lo que despierta, lógicamente sus iras. Así, entre sangre y fuego, llegaba el final, cuando la inefable amiga se acerca a la tumba de Carrie, que ha muerto después de destrozar su casa, al tiempo que suena una música romantiquilla, más propia de un anuncio de compresas. Todo va bien, todo ha terminado. En ese momento, la mano ensangrentada de Carrie surge de la tumba y agarra la de su amiga. Resulta que no era más que una pesadilla, pero una escena tan inesperada provocaba, indefectiblemente, que la chica en cuestión se agarrara como una loca del brazo de uno gritando como una posesa.
Creo no exagerar demasiado si afirmo que más del cincuenta por ciento de las familias españolas cuyos padres tenían por aquella época más o menos 18 años se deben sin duda a la escena final de “Carrie”. A uno no le quedaba más remedio que tranquilizar a la chica en cuestión, acompañarla a su casa, etc. Manolo, un amigo mío, se casó dos años después con la chica que le había roto la camisa al final de la película. La chica se empeñó en llevarle a su casa para coserle la manga, y ocurrió lo que tenía que ocurrir. Otros, que en un verano dado no habíamos tenido tanta suerte, volvíamos a intentarlo al verano siguiente, y a veces funcionaba. Otras veces no, claro. Alberto se pasó media hora sacándose las uñas que Nieves le había clavado en el antebrazo, sin ninguna misericordia, al contemplar la dichosa escena.
Bromas aparte, considero “Carrie” una gran película, tanto por la tensión que tiene, que no desfallece en ningún momento, como por el tema que plantea, el de los poderes paranormales, que en aquella época constituían toda una novedad. Alguien podría pensar que la película ha envejecido mal, pero cre que, aún hoy, es capaz de despertar más morbo que muchos títulos de terror actuales.
“El fantasma del paraíso”(1974) es anterior a “Carrie”, pero creo recordar que en España se estrenó más tarde. Sobre lo que significa para mi, deciros simplemente que probablemente sea el musical más sugerente que he visto nunca, y que jamás he entendido la inmerecida fama de otros musicales semejantes, como “The Rocky Horror Picture show”, por ejemplo, frente al olvido al que ha sido relegada injustamente esta maravilla del séptimo arte.
Un compositor a caballo entre el rock y la música clásica, Winslow Leach (William Finley), crea una ópera rock basada en la historia de “Fausto”. Un empresario sin escrúpulos, Swan (John Williams), le roba la obra para estrenarla en una sala de conciertos de su propiedad, a la que ha llamado “El paraíso”. Cuando Winslow trata desesperadamente de recuperar su música, su rostro se desfigura, aplastado por una prensa de discos. Comienza entonces a boicotear la sala de Swan, con atentados que rozan el surrealismo y el humor negro a partes iguales, hasta que Swan llega con el a un acuerdo para que deje en paz a Phoenix (Jessica Harper), la estrella del espectáculo. Winslow accede, entre otras razones porque se ha enamorado perdidamente de la cantante.
La película es un sentido homenaje al clásico “El fantasma de la ópera”, revisitado en clave de Rock y con bastantes guiños también al “Fausto” de Goethe. La magnífica banda sonora, con las inquietantes composiciones de Winslow como hilo conductor, la maléfica y retorcida personalidad de Swan, la emotividad de Winslow y la inocencia de Phoenix componen un cuadro inolvidable, una historia inmortal que sin duda dejará huella en el alma del espectador.
Después de estos dos títulos, Brian de Palma rodó dos películas que sin duda recordareis. “Vestida para matar”(1980) nos cuenta las andanzas de un psicópata asesino. Protagonizada por Michael Caine y Angie Dickinson, despertó tantas o más pasiones que la ya por aquel entonces legendaria “Carrie”. En “Impacto”, un técnico cinematográfico interpretado por John Travolta, consigue, gracias a su ciencia, esclarecer un crimen de un personaje importante que se había intentado disfrazar de fortuito accidente. Estos dos correctos thrilers surgieron sin duda como tributo al maestro Hitchcock, al que De Palma adoraba incluso públicamente.
Vino después “El precio del poder”(1983), la epopeya que narra la ascensión desde la miseria hasta las más altas cimas de la riqueza de Tony Montana (Al Pacino), un inmigrante cubano que logra, por méritos propios y sin ningún tipo de escrúpulos, erigirse en uno de los más importantes narcotraficantes de Norteamérica. Desde sus inicios sangrientos en el campo de refugiados cubanos, asesinando a un compatriota en compañía de su amigo inseparable, Manny Rivera, Tony Montana irá subiendo puestos en el escalafón del crimen, aunque para ello tenga que matar, extorsionar, traicionar e incluso enfrentarse abiertamente a todo un cartel de la droga colombiano. Resulta relevante la aparición en el reparto de F. Murray Abraham, famoso desde su participación en “Amadeus”, así como la fascinante belleza felina de Michael Pfeiffer, la chica del gangster al que Manero planta cara hasta hacerse tanto con su imperio como con ella.
En “Doble cuerpo”(1984) me enamoré para siempre de Melanie Grifith. Un estupendo thriler, amenizado con una soberbia banda sonora, en el que el inocente Craig Wesson se ve sumergido, a causa de su repentino enamoramiento de la figura femenina que observa a través de un telescopio, en una complicada trama encaminada a arruinarle la vida y culparle de un crimen que no ha cometido. La claustrofobia que el protagonista siente en ciertos espacios, como túneles o pasos peatonales, contribuye a la configuración por parte del director de angustiosas escenas que parecen desarrollarse a cámara lenta.
“Los intocables de Elliot Ness”(1987) nos cuenta, en clave de leyenda, la historia del grupo de policías capitaneados por el mítico Elliot Ness (Kevin Costner), entre los que destaca un soberbio Sean Connery en uno de sus papeles más acertados. La película está llena de referencias cinéfilas. Es famosa la escena de la escalera de la estación de tren, rodad a cámara lenta, que recrea la famosa escena de la bajada del coche de niño por la escalinata de “El acorazado Potemkin”. A destacar también la desquiciada personalidad de Al Capone (Robert De Niro) y las escenas de extrema violencia que protagoniza.
Brian De Palma, un director de cine en estado puro que raramente defrauda.
Que raramente defrauda? Joder como se ve que no viste algunos de sus truños. Femme fatale, Mision a marte, En nombre de cain, ojos de serpiente...........etc.
ResponderEliminarDe palma es un director con una pericia con la cámara impresionante, sus planos secuencia no tienen desperdicio. Pero es un imitador hasta la saciedad del genial hitchcock. Desde luego que tiene obras de arte en su filmografía pero tal como e comentado bodrios absolutos.
Es un cineasta altamente irregular para considerarlo grande.
¿Y porqué crees que no los comento en mi entrada?. Porque trato de comentar lo mejor de cada uno, y no me negarás que Carrie, El fantasma del paraíso y las otras que he puesto son buenas referencias para cualquier amante del cine. Cualquier director es grande si es capaz de dirigir más de dos grandes títulos, aunque el resto de su producción pueda ser considerado una bazofia.
ResponderEliminarPor cierto, que entre los truños no has nombrado "hermanas", posiblemente uno de los mayores de la historia del cine.
Es posible que algún día le dedique una entrada a los truños cinematográficos. Espero que me eches una mano, amigo.
Saludos
Un director por realizar dos o tres grandes filmes no es grande. Para que alguien sea grande necesita una regularidad, de palma tiene un manejo del espacio extraordinario pero su cine hace tiempo que se le vio el truco. Efectismo demasiado efectismo.
ResponderEliminarQuitando la genialidad de su primera época sobre todo en el género de horror con Carrie y el fantasma del paraiso, me encantaron algunos de sus filmes de gangsters como scarface o los intocables.
¿Pero un maestro? ni mucho menos, un gran autor es aquel que tiene su propio estilo, de palma siempre fue un batiburrilo de referencias.
Ni de lejos llega a kubrick, ford, wells, o incluso mario bava.
Un director en ocasiones afortunado que conto con muy buenos guiones pero de maestro tiene poco. No te creas que alguien es grande por algunos títulos mira scott, si analizaremos blade runner, Alien, los duelistas o en menor medida gladiator seria el más grande autor cinematografico. Sin embargo el conjunto global de su carrera no nos dice lo mismo.
Por supuesto podras contar conmigo en lo que quieras.
Saludos.
Puede que tengas razón. Desde luego, no es comparable ni de lejos a los que nombras, entre otras razones por eso, porque no tiene estilo propio.
ResponderEliminar¿Sabes cuando me doy a veces cuenta de ese detalle?. Cuando pienso el título de la entrada. Hay casos en los que no tengo ninguna duda, como Kubrick o el reciente Milos Forman. En otros, sin embargo, me las veo y me las deseo para encontrar una característica que reseñar. Es el caso de Ridley y de este último. Con Ridley lo tuve fácil, porque solo pretendía hablar de dos películas, pero con De Palma no daba con una frase ajustada, y de hecho, el título de la entrada no dice realmente nada.
Bueno, nos quedamos con Carrie, con el fantasma del paraíso, con los gangsters de Brian de Palma y con aquella chica que se agarraba como una posesa a nuestro brazo. En realidad, la entrada era una tapadera para hablar de ella.
Saludos, amigo.
jajajajajjajajaa que picaron.
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarFelixón, estoy de acuerdo con Andrés Pons, en que firma algunos verdaderos "truños", entre los que yo incluyo "El Precio del Poder", por mucha Michell Pfeiffer y Al Pacino que incluya. Lo siento, pero así lo veo. Además esta películita fue la "culpable" de que mis amigas no quisieran volver a fiarse de mis "recomendaciones" de cine. ¡¡¡Anda que no me lo recordaron veces!!!!
Lo de "Carrie", es verdad que fue otra cosa, aunque también tienes que reconocer que realmente "no es una gran película". Tiene un buen guión, un par de actores buenos (yo pondría solo una, pero bueno), y una solida dirección que impidió que todo se fuese al garete. Es cierto que marcó un punto y aparte en el género de terror, pero nada más.
"Los Intocables de Elliot Ness" demuestran hasta donde puede llevarse el acierto de una película que cuenta con todos sus ingredientes buenos. Brian de Palma es un buen director porque sabe "orquestar" todos los ingredientes de una película, pero para ello, como para las buenas comidas, esos ingredientes deben ser de primera calidad. En eso se diferencia un buen director (como un buen chef) de un "gran director" (como un ama de casa). Estos últimos saben hacer una gran película (o un gran menú) con cualquier tipo de ingredientes.
¿Quien será el próximo director?
Besos.AlmaLeonor
Aaaaaaa...Buena pregunta. Si yo lo supiera...No, en serio, no tengo ni idea. Creo que voy a hacer un especial sobre películas cuya temática sea la música clásica, como "Farinelli" y "Todas las mañanas del mundo", así que se admiten sugerencias de los amigos de verdad, como tu y Andrés, porque la fecha límite es el martes por la tarde para liarme a escribir sobre el tema.
ResponderEliminarA mi sí que me gustó "El precio del poder", desde la primera escena, con ese Fidel Castro deshaciéndose de la escoria", hasta la última, pasando por todo lo demás. Esa película creo que refleja como ninguna el ambiente que rodeaba el mundo de la droga en una época en que los traficantes eran los reyes (bueno, como ahora, pero con un toque más kitch). No sé, me resulta curioso un tipo como el Montana, un verdadero hijoputa que a veces parece bueno cuando se mezcla con otros más hijoputas que el. Sobornos, derroche de dinero, lucha por la hembra, trajes caros, coches caros, negocios con traficantes colombianos...Creo que se reflejaba muy bien ese mundo podrido, en el que un mediocre delincuente cubano es capaz de triunfar en una sociedad norteamericana enferma hasta la médula. Creo que se trataba de una especie de sátira al sueño americano. "El país en el que todo el mundo triunfa, hasta al chorizo más asqueroso...". Algo así, que tal vez no sea capaz de definir, pero que me fascinaba. Uno se puede arriesgar a perder unos cuantos amigos para ver una película como esa. No, Alma, ya te lo dije una vez: es que hay películas a las que más vale ir solo, pero no me escarmientas, mujer...
Un fuerte besazo, amiga.
Lo siento, volví a meter la pata. Te hice una pregunta en la entrada anterior y me faltaba por leer esta.
ResponderEliminarYa veo a que te refieres. Te he dejado un regalito en mi blog.
Estoy deseando leer tu especial sobre películas y música clásica.
Un saludo.
Allegra
Vaya, hoy debe de ser el día internacional de los cruces. Te estaba dejando un comentario en tu blog mientras tu escribías este en el mío. Me ha pasado lo mismo con Alma Leonor. Voy pallá otra vez, a recoger mi regalito.
ResponderEliminarBesos
Felixon, en esta ocasión concuerdo con Andrés y contigo, a la vez. Lástima que con ambos sea en lo negativo. Estoy del lado de Andrés en cuanto a que De Palma es un director apenas por encima de lo rescatable, pero que siempre estará en los estantes porque, y en esto concuerdo contigo, es entretenimiento puro. Difícilmente encontrarás una probada de arte en el cine de De Palma. Dices que "Carrie" tal vez envejeció mal: no creo que tal vez, lo hizo completamente. "Cara cortada" no la aguanté la segunda vez, aun cuando (he de aceptarlo) fue un hito entre la muchachada de mi pubertad (igual que lo fue "Mad Max" y el cine de Chuck Norris. ¿Qué quieres? Éramos unos niños que teníamos delirio de gamberros). "Los intocables" me pareció malísima, sobre todo porque, en mi niñez, vi más de una vez la serie original completa, y Kevin Costner no le llegó ni a los talones a Robert Stark como Elliot Ness. Bueno, tampoco me fío mucho de mis gustos cuando niño, porque la otra serie que vi tantas veces como "Los intocables" fue "Candy Candy". Pero ésa es otra historia.
ResponderEliminarPor supuesto que Robert Stack no es comparable a Kevin Costner. De "Candy Candy" no puedo hablar, porque no la conozco, pero seguro que las series que nos gustaban de niños eran infinitamente mejores que las películas que se hacen ahora basadas en ellas.
ResponderEliminarEscribí el artículo de De Palma pensando más en Carrie y El fantasma del paraíso, y más en el fantasma del paraíso que en Carrie. Normalmente, cuando escribo sobre algún director, lo hago empujado por una película en concreto, y las demás, aunqie sean también muy buenas (a mi gusto, claro), no suelen llegar a despertar en mi conciencia nada comparable a la película principal. En este caso eran dos, una por las connotaciones emocionales (Carrie) y la otra simplemente porque me encantó, y me sigue encantando cada vez que la veo. El fantasma del paraíso, posiblemente la mejor película de Brian de Palma, suele ser sin embargo la menos comentada. ¿Porqué ocurren estas cosas?. Pues no lo sé, pero no tienes más que echarle un ojo a los comentarios para deducir que ninguno de vosotros la ha nombrado siquiera.
Cosas de la vida y de mi gusto medio enfermo, sin duda. Sigue con tus comentarios, amigo. Me están empezando a resultar imprescindibles.