miércoles, 2 de julio de 2014

Se acabó el recreo

Venga, chicos, que ya se ha acabado la hora del recreo, dejad de jugar de una vez a haceros los importantes, los privilegiados, los que Dios ha elegido para llevar las riendas de la Humanidad. Veeeenga, que ya no queda casi pastel, es hora de volver a clase a hacer los deberes, a arrimar el hombro como todos los demás, a sacrificarse para conseguir sacar las cosas adelante.

Dejaos ya de cachondeo, de despreciar la voluntad luchadora de todo un pueblo mucho más que preparado para poder sacar adelante una nación, de reíros de los sufrimientos a los que vuestra locura y ansia de poder está abocando a una parte de la población cada vez más grande. Sufrimientos que callan, que por pura vergüenza no proclaman a los cuatro vientos, cuando a los que se les debería caer la cara de vergüenza es a vosotros y a los que piensan como vosotros.

Os creéis los amos cuando en realidad seríais incapaces, por vosotros mismos, de sacar adelante cualquier proyecto por simple que fuera. Necesitáis del enchufe del familiar, el amigo de toda la vida o el miembro más influyente de la secta que sea, porque habéis ocupado el cargo, el máximo al que se puede aspirar, directamente, a base de soltar pasta o repartir la influencia de vuestros progenitores. Como mucho, después de “estudiar” un máster en el que se desprecia la experiencia acumulada, en el que se enseña que lo único importante es el máximo beneficio de la empresa al menor coste posible, y en el que el factor humano es el primero a prescindir. Estáis convencidos de que eso es así porque algún iluminado anterior ha decidido que eso sea así, y cobra ingentes cantidades de dinero por impartir sus enseñanzas. Para vosotros, lo caro tiene que ser cierto por fuerza, así que os lanzáis a aprender esas cuatro consignas que hunden empresas en otro tiempo más que rentables.

Os cagáis directamente en la experiencia, en la fuerza del trabajador, en el sacrificio de muchos por llevar a cabo una buena labor, una buena gestión, con el único condicionante de percibir una remuneración económica mucho más que merecida, que se amortiza rápidamente con dos o tres buenas gestiones a lo largo del año. Eso no lo veis, sois incapaces, porque en el máster o en lo que sea no se menciona que la capacidad de trabajo de una persona supera con creces cualquier otro planteamiento, y que si esa persona está contenta con lo que percibe, consumirá, y conseguirá que la rueda siga girando. Eso, con todas vuestras luces, vuestras conferencias, vuestros emblemáticos y exclusivos encuentros en la cumbre, en las fundaciones o en cualquier otro lugar en el que se reúnen otros especímenes como vosotros, no sois capaces de entenderlo, a pesar de su sencillez. En esa rueda estamos todos, y no tiene ningún sentido, ni a largo ni a corto plazo, que una gran parte de la población pierda ilusión, capacidad y poder adquisitivo, porque la rueda se acabará parando, tenedlo por seguro, y todos, TODOS nos hundiremos en la miseria.

Ahora habláis de terminar con el sueldo mínimo, y con la prestación de desempleo. ¿Qué será lo próximo? ¿Qué tipo de casta de empresario pensáis que estáis creando? Por favor, viajad un poco, daos una vuelta por el mundo en general y por Europa en particular. En ningún otro lugar el sueldo mínimo es tan bajo, pero existe. Posiblemente existan muchas personas que abusen de las prestaciones, no digo que no, pero eso también es una consecuencia de la mala política de empleo y de la bajada de sueldos. ¿Para qué trabajar, si voy a ganar lo mismo sin dar un palo al agua? Si los sueldos fueran dignos, y el reconocimiento al que se esfuerza de verdad fuera premiado, la cuestión laboral daría un giro radical, y lo sabéis.


Por favor, dejad de jugar, chicos. Venga, ha llegado la hora de que la gente seria, los profesionales verdaderamente auténticos, los que aman su profesión de verdad, los que saben de lo que hablan y son respetados en su entorno por ello, tomen de nuevo las riendas. Dejad de jugar, y de robar, y de desviar fondos a paraísos fiscales de todo tipo. Y me refiero a cualquiera que piense como vosotros, ya sea miembro de un consejo de administración, dirigente de un sindicato obrero, ex-trabajador buscador compulsivo de subvenciones y ayudas incapaz de dar un palo al agua, alcalde, concejal, o miembro de un partido político, sea del signo que sea. Dejad que los que trabajan, los que aportan, los que pagan religiosamente sus impuestos, sigan haciendo lo que hacen, que es levantar el país, algo para lo que ninguno en absoluto de vosotros está mínimamente preparado.