martes, 8 de noviembre de 2011

La madre del cuco y la prensa

Se ha levantado un gran revuelo en los últimos días a consecuencia de la polémica entrevista que le hizo Jordi González a Rosalía García, la madre del cuco, el pasado día 29 de Octubre, en “La Noria”. A pesar de que no veo jamás ese tipo de programas, resulta inevitable que no me vea salpicado al hacerse eco del debate varias emisoras de radio que sí suelo escuchar con una frecuencia prácticamente diaria. A raíz de los comentarios, he podido deducir que la madre de tan polémico personaje no mostró la cara en ningún momento, y además se llevó a su casa la friolera de entre 9.000 y 10.000 euros.
Al parecer, la polémica comenzó en el mismo programa, cuando, tras la entrevista, una de las invitadas, Pilar Rahola, comentó que la madre del cuco no debería haber cobrado nada por acudir al plató. Ni Jordi González ni María Antonia Iglesias habían comentado nada al respecto, porque esa era una de las condiciones que al parecer había impuesto el abogado de Rosalía García para conceder la entrevista.
Todos estos datos los he sacado de Internet. Ya he comentado que no vi la entrevista. La cadena trató de lavar su conciencia in situ, debatiendo la conveniencia de realizar o no la entrevista en nombre de la libertad de expresión, y cuestionando si la madre del cuco debería o no haber ido a que la diseccionaran en directo. He escuchado en algunas cadenas de radio a personas que arremeten contra ella por haber acudido cobrando a “defender” la inocencia de su hijo. Hasta ese punto se ha conseguido de nuevo ese lavado de cerebro comunitario al que nos están sometiendo, o nos pretenden someter, las cadenas de televisión mayoritarias.
No comprendo que la cadena pretenda hacernos creer que la culpable de toda esta historia es la propia madre del cuco por acudir al plató, y encima cobrando. ¿Qué sentido tiene hacer la entrevista, que por cierto al parecer no aportó absolutamente nada al caso, y tratar de demonizar después al entrevistado? Vamos a tratar de ser sensatos. Es imposible pedirle responsabilidad en los actos a una mujer cuyo fracaso como madre se pasea por los juzgados. Si a una mujer que probablemente no tenga ningún tipo de valor, de criterio o de personalidad, se le ofrece una cifra jugosa, lo más normal es que la acepte, y se presente en el plató con sus mejores ropas, con ese tremendo anillo de plata que al parecer lucía, y con las gafas colocadas sobre la cabeza. Así, porque ella lo vale, sin más, a pesar de que su hijo se halle envuelto en uno de los asesinatos más nauseabundos de la historia de nuestro país. ¿Qué le importa eso a ella, cuando le enseñan la pasta?
He escuchado declaraciones de todo tipo. Una de las que más gracia me hizo fue la de una mujer que decía “yo soy madre, y si mi hija se viera envuelta en algo así, sería la primera en denunciarla”. Vamos a dejarnos de tonterías, por favor. Por un hijo matamos, sea o no culpable, y al pensar los padres así, lo más probable es que los hijos salgan más o menos normales, con sus defectos y sus tonterías, pero sin ese grado de bestialidad que tanto el cuco como las otras alimañas que se están riendo de España entera son capaces de mostrar en un momento de ira. Me parece de lo más normal que una mujer como la madre del cuco vaya a un programa a cobrar una pasta. ¿Por qué iba a tener ella más ética que su hijo?
Una vez aclarado que pienso que la culpa no es en absoluto de ella, sino de la perversión de una cadena que no duda en entrevistar a quien sea con tal de ganar audiencia, me planteo la cuestión que da título a esta entrada. No entiendo la polémica. ¿Qué esperamos de una cadena como la que emite ese programa? ¿Ética? ¿Rigor periodístico? ¿Esclarecimiento de la verdad? Vamos, por favor. Creo que ha quedado más que demostrado que lo único que se muestra hoy en día al espectador es el morbo, la bazofia, la inmoralidad, la envidia y el rencor. Eso es lo que los altos directivos piensan que proporciona audiencia, a pesar de que para ello tengan que dañar gratuitamente a familias como la de Marta del castillo.
Se nos está estafando a todos los niveles con la información que nos arrojan los medios. De la noche a la mañana, han desaparecido todos los periódicos independientes y rigurosos de verdad, y los que lo eran se han rendido de la forma más obscena a los oscuros intereses de los grandes grupos que los editan. Resulta sangrante y grotesco que no haya aparecido ni en las televisiones ni en la prensa escrita la  terrible noticia del soldado estadounidense Alvin R. Gibbs, que asesinó impunemente a civiles en Afganistán por el mero placer de asesinarlos. De haber ocurrido en Vietnam hace treinta años, la noticia habría sido portada en los periódicos de todo el mundo. Hoy en día tenemos que enterarnos de una salvajada así, como en mi caso, por la mención que se hizo de ella en un programa de RNE. Podéis recabar más información en el siguiente enlace:
¿Qué está pasando? ¿Es que no existe nadie dispuesto a realizar un periodismo de calidad, a llamar a las cosas por su nombre, como sucedía antes? ¿Es que nos vamos a dejar aborregar con imbecilidades tan flagrantes como las que nos vomitan cada día los telediarios? Creo que ya está bien, que una parte de la población queremos conocer lo que ocurre en el mundo, saber la verdad aunque esta duela, analizar la materia de la que está hecha el ser humano, si es que se le puede llamar así. A todos los niveles, tanto sociales como políticos o económicos. Ya está bien de que nos tomen por idiotas. Nos meten el miedo en el cuerpo, continuamente, logrando exterminar nuestra confianza en nosotros mismos, con lo cual difícilmente saldremos de la crisis. No llegaremos a nada si miramos hacia otro lado, si nos empeñamos en esconder la cabeza cuando sucede una tragedia a nuestro alrededor. Ese proceso de aborregamiento tan perfectamente estudiado concluirá, como ya lo está haciendo, cuando no nos importe en absoluto lo que le ocurra a nuestro vecino, a nuestro amigo e incluso a nuestro familiar más cercano. ¿Es que pretende llegar a eso? Todos vivimos los dramas cercanos de compañeros que pierden el empleo de la noche a la mañana, y no ocurre absolutamente nada. En el fondo de nuestra alma pensamos “suerte que no me ha tocado a mí”. Ese es precisamente el triunfo de esa perversa manera de dosificar la información.
No todo es negrura, por suerte. Buceando en la famosa polémica, he descubierto que gracias al blog de un periodista llamado Pablo Herreros, se consiguió que las marcas patrocinadoras de La Noria retiraran sus anuncios del programa. El enlace a dicho blog es el siguiente:
Os invito desde aquí a echarle un vistazo. Resulta más que interesante la idea de Pablo de implicar a las marcas, que son las que realmente sostienen a la cadena. Esperemos que dentro de dos semanas no se haya olvidado todo. Con la memoria de borregos que se nos está quedando, no me extrañaría nada.