domingo, 1 de marzo de 2009

Una magnífica exposición










El pasado 26 de febrero, a las 20:30, se inauguró en el incomparable marco del hospital de Santiago, en el corazón de la ciudad de Úbeda, la exposición dedicada a las acuarelas de Juan Valdivia, ese artista que hace música con los pinceles, y al que todos conocéis por los retratos de directores y actores que con tanta generosidad nos ha legado para muchas de las entradas de este blog.

El hospital de Santiago, dedicado en la actualidad a centro cultural, es uno de los edificios renacentistas más emblemáticos de los que se pueden encontrar en Úbeda, ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad debido a su legado en este estilo arquitectónico y a lo bien conservado de sus monumentos. Encerrado en una muralla de la que todavía se conservan bastantes vestigios, el casco antiguo de Úbeda está salpicado de iglesias, conventos, casas señoriales y palacios de renombre, monumentos todos ellos caracterizados por el tono anaranjado de sus piedras, que destacan con identidad propia entre las casas blancas que las circundan. Un tono que Juan Valdivia no solo ha sabido captar en gran parte de sus obras maestras, sino que incluso ha sido capaz de mejorar. Las pinceladas de Juan Valdivia, esos blancos que consigue con una maestría de auténtico profesional, esas aguadas delicadas y poderosas a partes iguales, nos hablan de arte con mayúsculas, del que entra por los sentidos y se queda para siempre grabado en la retina del observador.

El Hospital de Santiago se encuentra en una zona muy concurrida de la ciudad, en una calle que, lindando con el casco antiguo, mucho más tranquilo, recoge y conduce la mayor parte del tráfico y el movimiento de una ciudad que bulle día a día gracias a la vitalidad de sus habitantes. Lo primero que me impresionó, cuando llegué a Úbeda el jueves al mediodía, y me encontraba todavía perdido en una ciudad que había visitado apenas de pasada casi veinte años atrás, fue ver el cartel que anunciaba la exposición de Juan, un enorme cartel que colgaba de uno de los balcones que se asomaban a la fachada principal del edificio. En aquel momento pude situarme, porque supe que aquella mole era el Hospital de Santiago, la referencia que había tomado para dibujarme un plano visual de la ciudad.

Llegamos a la exposición antes de las 20:30, la hora prevista para su comienzo. En uno de esos regalos que te depara la vida de vez en cuando, tuvimos la suerte de escuchar el ensayo de un joven pianista que ensayaba en el salón de actos del edificio. Nos sentamos en las butacas, esperando el comienzo de la exposición, y a aquel hombre, de manera espontánea, y después de bromear un poco con unos amigos, se sentó al piano y tocó con verdadera maestría unas cuantas piezas de Chopin, y hasta una pieza compuesta por él, que nos pareció perfecta.

Poco después se inauguró oficialmente la exposición de Juan, en una privilegiada sala, de tamaño considerable, situada en el piso superior. Al abrirse las puertas, el numeroso público penetró rápidamente en el recinto. Juan Valdivia habló, con esa serenidad y profunda voz que le caracteriza, agradeciendo a los asistentes su asistencia, y declarando de antemano que se considera un novel en el mundo de la acuarela, algo que queda desmentido nada más toparse con su arte. La acuarela es probablemente el arte figurativo más difícil, por su agilidad y la destreza de trazo que necesita para que quede bien, y en eso, Juan ha demostrado, por mucho que él se empeñe en decir lo contrario, que es un auténtico maestro.

La exposición está dominada por paisajes, portadas y monumentos de una amplia zona de la comarca, desde Valdepeñas de Jaén, ciudad natal del pintor, hasta Úbeda, Baeza y Aranjuez, pasando por Sabiote, lugar en el que el maestro trabaja actualmente.

Es difícil describir la maestría de un pintor, o al menos a mí me lo parece. Siempre he sido incapaz ni de pergueñar ni de entender una crítica de tal o cuadro, a menos que de lo que se trate sea de que nos cuenten la historia que representa o la que envolvió su ejecución. Jamás he comprendido esas palabras rimbombantes que los entendidos les dedican a esas obras que, para mi, hablan por sí mismas, sin necesidad de que nadie tenga que explicarlas. Esa es la sensación que tengo ante las pinturas de Juan Valdivia. Serenidad. Sosiego, paz infinita... Soy capaz de imaginar, apenas de lejos, el placer que ha sentido el artista a la hora de plasmar en el papel su visión del objeto que ha elegido para retratar. La esencia de la piedra, es lo que sabe sacar Juan con una maestría de verdadero arquitecto. A sus ojos, los monumentos cobran una personalidad y un esplendor difícil de captar al natural, a menos que se disponga de la sensibilidad artística del de Valdepeñas de Jaen.

Es complicado tratar de transmitir las sensaciones que produce su pintura, como resulta muy, muy complicado, elegir una obra preferida. Todas destacan por algo, por algún detalle que no tiene la otra. El color en unas, las líneas en otras, el difuminado de ese cielo siempre azul de Andalucía, el dorado que ese sol, siempre presente, esparce con cariño por todo lo que se coloca bajo su manto. Al pincel de Juan, a su mirada perfecta, no se le escapa una. Capta lo mejor de cada modelo en su momento justo, con la sombra adecuada, en el momento preciso. Juan es capaz de convertir, como un prestidigitador de la mirada, un tema a primera vista gris y anodino, en una verdadera obra maestra. Es capaz de encontrar siempre el lado positivo de cada mirada, de cada rincón, de cada paso que da. Resulta increíble su destreza a la hora de representar tanto la arquitectura como la naturaleza, cada una con sus particularidades, sus luces y sus sombras en la realidad, y su esplendor indiscutible cuando adquieren el privilegio de convertirse en un motivo para que Juan las plasme en el papel, en ese papel inmaculado que se transforma, por obra y gracia de un artista, en un objeto que despierta, en cualquiera que lo contemple, la emoción de sentirse parte de este universo de paisajes dignos de los pinceles de Juan.

Os recomiendo encarecidamente que visitéis la exposición, e incluso que adquiráis alguna de las obras que se exponen, a un precio tan asequible, que dudo que a la hora de escribir esta entrada quede alguna por vender. Una escapada de fin de semana, una vuelta a paso tranquilo por la ciudad, recorriendo con sosiego sus calles y sus plazas, para terminar con la visita al Hospital de Santiago. ¿Qué más se puede pedir?. Por si sirve para estimular un poco más vuestros sentidos, os dejo el enlace al blog que Juan ha creado con motivo de la exposición. En esta ocasión vuelve a corroborarse que una imagen vale más que mil palabras:

http://exposicionhospitaldesantiago.blogspot.com/

Nada más. Solo me queda reiterar la enhorabuena a Juan, que indudablemente ha triunfado como acuarelista, y agradecerle, sinceramente y de todo corazón, la emotiva acogida que me brindó, a mi familia y a mi, en una visita que recordaré durante toda la vida. Ya sabes que tanto María, tu mujer, como tú mismo, habéis entrado hasta el fondo de mi corazón, y que espero con verdadera ansiedad que se repita el encuentro.

Un abrazo muy fuerte, amigos Juan y María, y hasta pronto.