miércoles, 11 de junio de 2008

Freaks (1932)


Conocí la película prácticamente en la adolescencia, a través de una antigua revista de comics de terror que se llamaba “Vampus”, y que bebía casi literalmente de otra americana, que se publicó después también en España con su propio nombre y con más pena que gloria, que se llamaba “Creepy”. “Vampus publicó un artículo de varias páginas en el que no solo contaba la historia del enano Hans, sino que mostraba bastantes fotografías de aspecto antiguo que mostraban a gran parte de los seres deformes que protagonizan esta inclasificable joya del séptimo arte de todos los tiempos.

Dirigida por Tod Browning en 1932, la película nos cuenta la historia de Hans, una especie de gentleman enano, siempre trajeado, que está comprometido con Frida, una enana guapísima. Ambos trabajan en el circo de madame Tetrallini, una especie de hada benefactora que acoge en su senos a toda una serie de seres humanos deformes, que recorren Francia con su espectáculo circense. Lo angustioso de la situación es que los protagonistas eran deformes de verdad, en la vida real, habiendoalcanzado algunos de ellos cierta fama precisamente por el hecho de ser deformes.

La forma de narrar de Tod Browning en esta película supera con creces la de su anterior título, la primera versión de Drácula protagonizada por el mítico Bela Lugosi. Desgraciadamente, la primera aparición del conde transilvano en la gran pantalla ha envejecido mucho peor de la película motivo de esta entrada. Resulta fascinante el propio comienzo, en el que un charlatán de feria suelta su discurso, presentando, sin mostrarla todavía, a la singular Cleopatra, una mujer antaño bellísima, y ahora... Mediante un fundido, retrocedemos hasta el momento en que Hans contempla extasiado el número de Cleopatra, la bella trapecista encarnada por Olga Baclanova. Los ojos de Hans denotan algo más que admiración hacia el bello cuerpo que se columpia en el aire. Frieda, la mujer enana a la que Hans está comprometido, nota que algo falla en su relación.

En una escena que me produjo pesadillas durante bastante tiempo, el dueño de unos terrenos se encuentra de repente en un claro de su propiedad con un grupo de microcefálicos, hombres sin brazos, hermanas siamesas y un muchacho que, no teniendo piernas, anda sobre sus manos con verdadera agilidad. El grupo, asustado ante la presencia del hombre, corre a refugiarse a la vera de Madame Tetrallini, su benefactora, en un cuadro difícil de olvidar. Causa una gran sensación escuchar hablar a esta mujer de sus “pobres criaturas”.

Cleopatra, huelga decirlo, desprecia profundamente tanto al enano como a los otros miembros del circo, y juguetea con Hércules, el hombre más fuerte de la compañía. Cleopatra y Hércules son el cpontrapunto de Frodo, el payaso, y Violet, la domadora de focas, que respetan profundamente a sus compañeros deformes y conviven con ellos en un ambiente de normalidad.

Cleopatra sigue despreciando al enano y jugando con sus sentimientos, hasta que se entera por casualidad, precisamente cuando Frieda intenta llamarla al orden, de que Hans es poseedor de una inmensa fortuna. Es entonces cuando decide, ni más ni menos, casarse con el enano, matarle y repartirse la fortuna con el corpulento Hércules.

La boda de Hans con Cleopatra merece pasar por sí sola a los anales de la cinematografía universal. Cleopatra no descuida ninguna ocasión de humillar a su flamante esposo. Hacia el final del banquete, que se celebra en la pista, uno de los enanos llena una gran copa de licor, y bailotea en la larga mesa mientras se la va pasando a todos y cada uno de los asistentes al evento, que beben mientras entonan una de esas canciones que se te quedan grabadas en la memoria para siempre: “Goble, goble, we accept her, one of us...” (copa, copa, la aceptamos como uno de nosotros), letra que repiten cada vez más obsesivamente en un paroxismo de ritmo y surrealismo que se rompe cuando la copa llega a Cleopatra, que la desprecia gritando como una loca que de eso nada, que ella no es como ellos ni por asomo, que son todos unos monstruos (freaks), insulto que repite varias veces hasta acabar la actuación besando en la boca delante de todos a su amado Hércules.

Podría pensarse que una actuación así por parte de Cleopatra supondría el final de su relación con Hans, pero después de varias zalamerías, y de jurarle y perjurarle al pobre enano que estaba bebida cuando montó el espectáculo en el banquete, consigue engancharle de nuevo en sus redes. Comienza entonces a envenenar a Hans. Frieda, que se percata, avisa a Frodo, el payaso, y a todos los demás. Durante uno de los desplazamientos del circo, en medio de una gran tormenta en la que a los carros no les queda más remedio que pararse, la liga de las criaturas deformes lleva a cabo su venganza. Resulta impresionante la imagen de los amigos de Hans, armados hasta los dientes, dirigiéndose lentamente bajo la lluvia hacia el carromato de Cleopatra y Hércules.

El charlatán de feria del principio está llegando al final de su relato. “El sufrimiento de uno es el sufrimiento de todos, y la alegría de uno es la alegría de todos”, sentencia como en una especie de inquietante código moral. Al descorrer la cortina que tapa la jaula, un terrible grito de terror se escapa de la garganta de una de las asistentes al espectáculo: la antaño bellísima Cleopatra grazna, con la mirada perdida, convertida en una especie de gallina sin piernas.

Uno de los “atractivos”, por llamarlo de alguna manera, de esta gran película, cuyo mensaje ético, no lo olvidemos, es que hasta las más desvalidas criaturas son capaces de unirse ante una agresión (aunque existe otra lectura: precisamente, cuanto más desvalidas, más unión entre ellas), es el casting que se realizó para hacerla. Al parecer, se presentaron miles de fotografías de gente con defectos de nacimiento. Finalmente se escogieron varios personajes entre los que destacaban Daisy Hilton y Violet Hilton, hermanas siamesas, Johnny Eick, el hombre sin piernas, que participó en varias películas, Randian, un hombre sin brazos ni piernas pero que es capaz de encender un cigarro ayudándose solo con la boca, Koo Koo, la chica ave, Frances O´Connor, la mujer sin brazos, y el grupo de los microcefálicos, con sus inquietantes sonrisas y extraños movimientos, compuesto por Schlitzie, Jenie Lee Snow y Elvira Snow. Toda una muestra de malformaciones humanas reales. La fotografía en blanco y negro, la atmósfera casi siempre tenebrosa, el sufrimiento de Hans y Frieda causado por seres humanos aparentemente normales. Convierten sin ninguna duda a “Freaks” en uno de esos títulos de referencia.

Si alguno de vosotros tiene acceso al DVD de la película, le aconsejo que la vea en versión original subtitulada. Las voces de alguno de los personajes (Hans, Hércules, Frieda, Frodo...), y sobre todo, la inquietante canción que entonan todos en el banquete de bodas, tienen que escucharse forzosamente en versión original. En castellano pierde bastante la película, hacedme caso.