martes, 25 de marzo de 2008

Rafael Azcona, descanse en paz

Escuchando la radio, me he enterado de que ayer murió Rafael Azcona de un cáncer de pulmón. En el mismo noticiario, el comentarista hace alusión a una entrevista que le hicieron hace un par de años, en la que el gran guionista hablaba de la muerte: “no pienso en mi muerte, por la misma razón que esgrimían los griegos: porque cuando estoy vivo, no estoy muerto, y cuando esté muerto, no estaré vivo, por lo que resulta una tontería pensar en mi muerte. No es un tema que me preocupe. Les preocupará a los que se queden, porque les habré dejado un muerto, y a ver qué hacen con el...”.

Una típica respuesta de este hombre, maestro del humor negro, fiel pintor de la España negra que le tocó vivir en la segunda mitad del siglo veinte, tanto en sus novelas como en sus más de ochenta guiones cinematográficos, para directores tan reputados como Marco Ferreri, Carlos Saura, Fernando Trueba o el mejor Berlanga. Ochenta guiones filmados, porque se dice que los escritos y rechazados por la censura de la época superan con mucho esa cifra.

Resulta curioso nuestro acercamiento como aficionados al mundo del cine. No creo equivocarme si afirmo que lo primero que nos llama la atención son los actores, las actrices. Haced la prueba con vuestros padres, por ejemplo. Ellos, para los que el cine representaba cuatro o cinco horas de evasión, recuerdan con placer a Hedí Lamarr, Clark Gable, Gary Cooper, Greta Garbo... Es raro encontrarse una persona de más de setenta años que sea capaz de nombrar un par de directores de cine. El culto al director se produjo mucho después de esta etapa, allá por la transición, cuando empezaron a proliferar las revistas de cine más analíticas (hasta entonces existía “fotogramas” y algunas más, dedicadas en su mayor parte al culto al actor). Me estoy refiriendo, por supuesto, al aficionado medio, entre los cuales me considero. Seguro que los expertos y críticos estaban a un nivel mucho más elevado. Ya éramos capaces de discutir con nuestros padres, y de demostrarles su ignorancia porque no sabían, por ejemplo, una cosa tan sencilla como que “La reina de Africa” la había dirigido un tipo llamado John Huston.

Ocurre como con todos los órdenes de la vida. Unos se quedan en la superficie, y solo saben de hablar de actores, más o menos guapos o más o menos terroríficos. Otros profundizan un poco más, y se empollan la vida y milagros de los directores que más les gustan. Pues bien, amigos, todavía no me encontrado con nadie, ni siquiera a nivel de revistas especializadas, que le dedique una sola línea al verdadero artífice de nuestra fascinación por el séptimo arte, que no se debe a los actores, a pesar de que tengamos nuestros preferidos, o a los directores, más o menos irregulares en función de su ubicación geográfica, de su presupuesto o de su compromiso con tal o cual compañía, que le obliga de vez en cuando a realizar productos de consumo ante la necesidad de hacer caja. No, amigos. Nuestra fascinación por el cine, al menos en mi caso, viene dada por la calidad de las historias que se nos cuentan, y esa parte, la de escribir la historia, se debe a los que pasan más desapercibidos en los títulos de crédito, a los que se han colocado en estos tiempos más o menos de actualidad por al huelga que mantienen en EEUU para que se reconozcan sus derechos: a los guionistas, esos grandes desconocidos.

Rafael Azcona consiguió sobrepasar por méritos propios la barrera del anonimato impuesto por la profesión que había elegido. De la mano de Marco Ferreri, que le encargó en 1958 el vitriólico guión de la película “El pisito”, entró por la puerta grande en el mundo del cine.

Si no habéis visto “El pisito”(1958), os la recomiendo encarecidamente. Rodolfo (Jose Luis López Vázquez) quiere casarse con su novia, Petra (Mary Carrillo), pero debido a que no tienen ni un duro para comprarse un piso, decide, de común acuerdo con Petra, casarse con una anciana enferma, Doña Martina, y esperar a que muera para quedarse con todo su patrimonio. Así de sencillo. La única manera de soportar una película que reflejara la cruda realidad y las situaciones surrealistas que se podían producir en la España profunda de la época, era a través del sentido del humor, cáustico y negro, pero sentido del humor al fin y a la cabo, y Rafael Azcona andaba sobrado en ese sentido.

Mientras colaboraba para “La codorniz”, la revista satírica políticamente incorrecta de la época, a la que había entrado de la mano de su amigo Mingote, Rafael escribió, un par de años más tarde, otro de sus grandes guiones, “El cochecito”(1960), película en la que un desquiciado Don Anselmo (el siempre magnífico Pepe Isbert) quiere a toda costa comprarse un cochecito de inválido, porque unos cuantos amigos suyos pensionistas tienen uno. Resulta grotesca la pirueta imaginativa mediante la cual Rafael Azcona es capaz de mostrarnos a un grupo de inválidos que discriminan a un pobre anciano por no serlo, porque puede andar perfectamente. Ante tamaña humillación, Don Anselmo empieza a vender todas las posesiones de la familia, que no accede a su extraña petición, para comprarse un último modelo, y será capaz de llegar bastante más lejos para satisfacer su capricho. Una patética situación, resuelta de nuevo con la desbocada imaginación y sentido del humor del guionista logroñés.

Llegamos con nuestro pequeño homenaje a “El verdugo”(1963), de la que afirmo sin ninguna duda que se trata de la mejor película del cine español de todos los tiempos. Nos encontramos de nuevo ante las penurias económicas, ante la imposibilidad de comprarse un piso de Jose Luis (Nino Manfredi) y Carmen (Emma Penella). Cuando son obligados a casarse al haber sido descubiertos en la intimidad, Amadeo, verdugo de profesión, le propone a Jose Luis solicitar su plaza cuando el se jubile, con lo que tendrá derecho a un piso. Jose Luis, que trabaja en una funeraria, acaba aceptando, aunque no muy convencido. Resulta inolvidable en la que Jose Luis va a comprarse una camisa, y Carmen le pregunta la talla de cuello. “No la sé”, responde Jose Luis. Ella mira a su padre, y le pregunta “padre, ¿qué talla de cuello tiene Jose Luis?”. El veterano verdugo le echa una mirada experta al cuello de su yerno, y dice “una cuarenta y dos...”.

Memorable también la escena en las cuevas del Drach, en Mallorca, cuando la guardia civil busca a Jose Luis para su debut mientras suena la música procedente de las barcas en el estanque, o la escena en el patio de la cárcel, con un verdugo bastante más abatido que su propia víctima...Toques de humor negro, en definitiva, que cuesta comprender que burlaran la censura de la época, tal era el soterrado ataque a las bases fundamentales de una sociedad anclada en la penuria y en los valores patrios más rancios.

Quiero comentar, por último, una película magistral, injustamente olvidada en todas las filmografías de berlanga, hasta el punto de que creo que ni siquiera ha sido editada todavía en DVD. Se trata de “Vivan los novios”(1970), en la que Leo (Jose Luis López Vázquez), un empleado de banca que vive y trabaja en Burgos), se traslada a un pueblo de la Costa Brava (creo que es Sitges, pero no estoy muy seguro), acompañado de su madre, para casarse con Loli (Laly Soldevilla), dueña de una tienda de artículos de playa. Viendo el ambiente, el bueno de Leo decide que, antes de casarse, le apetece correrse una aventurilla con cualquiera de las macizas turistas que le salen a cada momento al paso. Resulta patética la forma de deambular de este buen hombre, con su traje, su corbata y sus zapatos de charol, en medio de biquinis y bañadores cortos.

Tratando de tener su aventura, acompaña a Pepito (Jose María Prada) a llevar una paella a un yate de lujo, y cuando vuelve, se encuentra con que su pobre madre ha muerto. Hecho un mar de lágrimas, y sin duda sin ser muy consciente de lo que hace, se deja llevar por Loli y su hermano, que ya han hecho todos los preparativos para la boda, y deciden entre todos meter a la muerta en una bañera con hielo hasta que acabe la boda, y después, tirarla al mar y declarar que se ha perdido.

Inolvidables y surrealistas personajes, como el sacerdote (Luis Ciges), el hermano amnésico (Manuel Aleixandre) o el jefe de Leo, que se ve envuelto en el enredo sin quererlo, conforman uno de los mejores títulos del maestro Berlanga.
No soy precisamente un enamorado del cine español de actualidad. Creo que he colocado en esta entrada cuatro títulos que considero sinceramente de lo mejorcito de nuestra cinematografía. Os sorprendería saber que películas que marcaron gran parte de nuestra transición, como “Pim, Pam Pum fuego”, “Ay, Carmela”, “Mi hija Hildegart”, “Un hombre llamado Flor de Otoño”, “El anacoreta”, “La miel” o “La escopeta nacional” se deben a su vitriólica pluma. Y antes de la transición, películas tan inquietantes como “La gran comilona”, “Tamaño natural”, “Peppermint frappe” o “Ana y los lobos”, también son de el. Podéis encontraros con Rafael Azcona a través de un libro recopilatorio que sacó Alfaguara, “Estrafalario 1”, que recogió los guiones de “El pisito” y “El cochecito”, y una de sus novelas, “Los muertos no se tocan, nene.

Angeles González Sinde, directora nacional de cinematografía, lo expresaba muy bien en una entrevista para la radio esta misma tarde. “Rafael Azcona escribía además desde la libertad, desde elegir el tema que le diera la gana. Escribía a su manera, nunca a la manera de nadie”.

Rafael Azcona, descansa en paz estés donde estés, y échate unas risas a costa de los que nos quedamos aquí, tristes y huérfanos de tu gran sentido del humor.

1 comentario:

  1. ¡Hola!
    Quiero sumarme al homenaje a Rafael Azcona. Descanse en Paz.

    En esta ocasión Felixon reconozco que estoy completamente de acuerdo contigo en todo lo que dices tanto del guionista Azcona, como de los directores y actores y títulos de películas que mencionas.

    Hace poco me acordaba yo de películas como las que has mencionado. Fue con motivo del Oscar a Javier Bardem, cuando se lo dedicó a los hijos de la farándula, a los actores de siempre (no recuerdo ahora que término utilizó exactamente), y yo me acordé de los actores de estas películas.

    Te dejo un enlace web por si quieres echarle un vistazo:

    http://blogs.nortecastilla.es/vicentealvarez/2008/4/3/el-cirujano-la-espana-negra

    Besos.AlmaLeonor

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