sábado, 29 de diciembre de 2007

Antigua presentación y algunas cosas más


Una buena amiga me ha dicho que le gustaba más la presentación de mi antigua página, "El rincón de Félix", que la que utilicé al principio de este nuevo blog. Como soy consciente de la pereza que supone darse una vuelta por los vínculos de la izquierda, entre otras cosas porque yo soy el primero al que le cuesta hacerlo en los blogs de mis amigos, voy a explicaros un poco lo que se encierra tras esos links, y al final, como fin de fiesta, recuperaré la presentación a la que hacía mención Charo.

He colocado en primer lugar un enlace a otro blog en el que pienso colocar relatos de ficción escritos por mi, que se renovará a medida en que se me vayan ocurriendo nuevos relatos. No tengo pensado de momento colgar relatos antiguos, aunque todo podría ser, en función, sobre todo, de una sequía de imaginación que me obligara a echar mano de los incunables. En principio no quiero hacerlo porque no estoy seguro de que tengan una mínima calidad para que sean dignos de ser leidos.

Después he colocado enlaces directos a los blogs de mis amigos. Para conocer algo más de Charo, Lidia y Andrés, os invito a que pinchéis el enlace al "Antiguo rincón de Félix", y una vez en esa página, visiteis el enlace que aparece en portada. Lo digo porque allí si que dibujé una pequeña semblanza de estos amigos, muy interesantes y verdaderos expertos en el arte del blog, como ya habréis podido comprobar si los habeis visitado.

De Carmen, decir que no se trata de un blog literario ni cinematográfico, sino de acuarela, un difícil arte en el que esta mujer lleva metida un montón de años, lo que se nota de sobra en la altísima calidad de sus trabajos. Además de pintar, Carmen es una incansable viajera y una gran lectora, y si no se ha tirado todavía a la piscina de la escritura es porque la pintura la tiene absorbida, pero todo se andará, porque ganas y buenas ideas no le faltan.

El blog de Victor Hugo Escalante nos aporta una buena perspectiva de la situación actual en México. Con un estilo de redacción que roza y a veces supera la profesionalidad, Victor Hugo analiza diversos aspectos, desde un punto de vista ético y político, que no os dejará indiferentes. También se sumerge de lleno Víctor Hugo en diversos aspectos culturales de mucho interés.

El siguiente apartado corresponde a comentarios y críticas de películas. Aquí iré añadiendo poco a poco las que ya comenté en "El rincón de Félix", películas de toda la vida que de alguna manera marcaron mi línea de pensamiento, y que no he colocado aquí de momento debido a que mi intención es que este apartado esté dedicado a cine más o menos de actualidad. Con el tiempo (es decir, la próxima semana o la siguiente, que esto avanza rápido y de momento estoy de vacaciones), crearé un apartado de cine de siempre, cine con mayúsculas, cine para llorar o algo así, que es de lo que trataba la página. Publico las críticas en esa página, SHVOONG, porque al parecer tiene más difusión que un blog y porque, al parecer, si mucha gente lee la crítica y deja algún comentario, te pueden incluso pagar algo de pasta. De momento no he visto un duro, así que os invito a que os sumerjais de lleno en la lectura de aquellas películas que os puedan interesar, y si además dejais algún comentario que me indique lo que opinais de la crítica, o la línea en la que os gustaría que me moviera, ya sería la pera. En este sentido, también puedo comentar películas a la carta, las que querais (siempre que las haya visto, por supuesto). Se admiten peticiones del oyente, vaya.

En el apartado de enlaces personales he colocado el ya mencionado enlace a mi antigua página de cine, y un enlace puramente mercantilista que os llevará a la página en la que vendo un par de libros míos de ficción. Ahí está también, por si os interesa. Yo, como autor, deciros que algún día se convertirán en algo grande, y que también puede ser interesante comprarlos cuando el autor es todavía un perfecto desconocido. ¿Quien sabe si algún día esos libros se convertirán algún día en auténticos incunables?.

Nada más que deciros. Y ahora, cuelgo la presentación prometida. Va por ti, amiga Charo:
PRESENTACION DE "EL RINCON DE FELIX"

Pilar, mi mujer, piensa que en la vida no existen medias naranjas, ni medios kiwis, ni nada que se le parezca, sino personas individuales y autónomas que han decidido unirse, en un momento de su vida, por razones de afinidad, atracción física o enamoramiento, y que conservan, en cualquier caso, los comportamientos, aficiones y espacios vitales personales de cada uno. Esa es la razón del subtítulo de mi página, porque nunca me he sentido pareja o media naranja, sino un simple acompañante. Acompañante de Pilar, mi mujer, y acompañante de mi hijo, Sergio, el mago de los videojuegos, en esta maravillosa, gratificante y a veces complicada aventura que es la vida.
Básicamente, esta es una página de literatura y cine, o de cine y literatura, o de "culturilla", como dice alguien que conozco, que no considera gran cultura al cine. A veces mantenemos discusiones interminables sobre ese asunto, sin llegar a ninguna conclusión. Es imposible convencerle de que el cine puede resultar, casi tanto o a veces incluso más que la literatura, un forjador de líneas de pensamiento, de filosofías de vida, de comportamientos vitales. Espero que, cuando lea esta página, a lo cual me veré obligado, me temo, a forzarle, cambie de opinión.
La red está saturada de páginas en las que se pueden consultar críticas de las últimas novedades en lo que se refiere a cine y literatura. En ese sentido, muchas veces he echado en falta comentarios o reseñas de películas antiguas, o no tan antiguas, pero de las que nadie se acuerda, simplemente porque jamás se han editado en vídeo o dvd, o porque son de países que no relacionamos normalmente con el cine, y por lo tanto tampoco se pueden encontrar en videoclubs. También hay películas que sí que se han editado, pero que no han tenido la promoción que algunas veces se merecen. Ese es el vacío que voy a tratar de llenar en esta página.

En cuanto a la forma de hacerlo, he llegado a la conclusión, después de ver varios miles de películas (soy bastante mayor, lo reconozco), de que existen, por supuesto, grandes películas, pero para mi son más importantes las grandes escenas de buenas películas, y en ese sentido voy a centrar la mayor parte de mis comentarios.

¿Quien no ha llorado, por ejemplo, con la última escena de "Cinema Paradiso"?. Imposible no hacerlo.Una buena película, sin duda, pero tediosa y un poco empalagosa en ocasiones. Se salva de repente, y pasa a la categoría de leyenda, cuando el proyeccionista, magistralmente interpretado por el gran Philippe Noiret, le lega al protagonista todos los besos de película cortados por la censura, y el protagonista los ve. Estoy seguro de que a más de uno se os encoge el corazón al recordar esta escena. Resultaba patético, al verla en el cine, cuando acababa y se encendían las luces, porque además el simpático Giusseppe Tornatore colocó la escena justo al final. Resultaba patético, decía, ver al vecino de silla, un tiarrón de ciento veinte kilos con barba de dos días, llorando a moco tendido.

¿Y que decir de "La vida es bella", de Roberto Benigni?. Un canto al optimismo, a la alegría de vivir, en medio de uno de los episodios más trágicos de la humanidad. La frase del hijo de Guido, al final de la película, subido en aquel tanque que su padre le había prometido como premio al concurso en el que había convertido la horrible estancia en un campo de concentración nazi, pasará sin duda a la posteridad. "Ese fue el mejor regalo que me pudo hacer mi padre", dice cuando encuentra a su madre, y en ese momento, la lágrima se desborda. Sobre todo la de los que somos padres. Y también al final de la película. Hay que joderse. Cualquiera diría que se trata de un recurso del cine italiano para hacer que la gente que va a ver la película contemple llorar a los que la han visto antes.

No se trata, ni mucho menos, de buscar la lágrima fácil. He escogido, simplemente, dos escenas que me emocionaron en su momento y me emocionan todavía cuando las recuerdo, como me emocionan también otro tipo de escenas ya no tan sentimentales, pero que hacen referencia a valores que considero importantes, como la nobleza, la honestidad, el individualismo, la paz, el humor, el sufrimiento, el amor... O el miedo, porqué no decirlo.

Y una cosa lleva a la otra, como casi siempre suele suceder. Se empieza con el cine, o con la literatura, y se acaba, como en mi caso, sumergiéndose uno de lleno en la música, la pintura, la fotografía... Cualquiera de estas artes tiene su reflejo en el cine, y existe también una clara conexión entre el cine y la literatura, con libros que han sido llevados a la gran pantalla con más pena que gloria, y raramente al revés, aunque también sucede de vez en cuando ("Muerte en Venecia", por nombrar algún caso así, a bote pronto).

Todo tiene cabida en esta página. Voy a centrarme de momento en comentar películas y libros, para ir añadiendo, posteriormente y en función de las ganas que tenga y de la acogida que tenga este asunto, reseñas de música, tanto clásica como moderna, de viajes (la fotografía que encabeza esta presentación es del claustro de la iglesia de los jacobinos, en Toulouse, a donde he viajado con la familia este verano. Se trataba de presentar un rincón y me pareció la más adecuada), y si Pilar se anima, le prepararemos un rinconcito a ella, y nos podrá deleitar con sus estupendas recetas de cocina. ¿Que mejor opción para ver una película en el sofá de tu casa que la de acompañarla de una buena cena?.

Esto está empezando. Es probable que, cuando pincheis el link de la película elegida, os aparezca un mensaje en el que diga que la página todavía no existe. No os preocupeis. Poco a poco iré desarrollando más páginas y más comentarios de películas y libros. De momento he ido eligiendo unas cuantas para ir abriendo boca. A la izquierda teneis la lista con las películas comentadas hasta el momento. Si habeis conseguido llegar hasta aquí, es muy posible que os interese alguna.
Una lista completamente anárquica, ¿no os parece?. Clásicas mezcladas con modernas, dramas con ciencia ficción... Nuestras aficiones son anárquicas, así que, ¿porqué no puede serlo esta selección?.

He elegido once, pero podrían haber sido veinte, o cincuenta, o cien... Algo es algo, y de momento estoy empezando a experimentar con estos amigos de Google. Poco a poco iré añadiendo más.
Y ni que decir tiene que espero vuestros comentarios y sugerencias, así como las películas que hayais visto y que os hayan causado en algún momento de vuestra vida una emoción imborrable.

jueves, 27 de diciembre de 2007

El desencanto


¿Porqué nos fascina tanto la decadencia?. ¿Qué nos hace volver una y otra vez, en cada ocasión con más intensidad, a las obras de Pessoa, Bukowski, el mismo Paul Auster, tan de actualidad?. No se puede decir que el “Libro del desasosiego”, uno de mis libros de cabecera del que hablaré en alguna ocasión, sirva precisamente para levantar el ánimo, como esos otros libros tipo “Red Bull” con títulos tales como “Tú eres el mejor” o “Porque tú lo vales”.

¿Qué nos mueve, entonces, a buscar de tanto en tanto la tristeza, la decadencia, el lado sórdido?. A veces pienso que la vida nos gobierna, pero la muerte nos fascina, y tanto la tristeza como la decadencia, o la “saudade”, son caminos para acercarnos, para sentir esa especie de fascinación por lo que se acaba, por lo que, en definitiva, está empezando a morir sin morir del todo.

La película “El desencanto”, que rodó Jaime Chavarri en 1975 con la connivencia económica de Elías Querejeta, es uno de los ejemplos más claros de la fascinación que produce la decadencia. Se ha convertido en una especie de costumbre mía verla de nuevo cada dos o tres años. Cuando se estrenó, allá por 1976, provocó las iras encendidas tanto de los fanáticos de izquierda como de los de derecha, ya que unos veían una especie de ataque a la incipiente y joven democracia (apenas un año), y los otros un ataque a toda la época franquista. Viéndola ahora, desde la distancia, cuesta captar ningún mensaje político. Se trata de una película que ha envejecido mal políticamente (hasta el punto de perder cualquier vestigio que pudiera vislumbrarse en su época), y que permanece inmortal desde el punto de vista sentimental.

“El desencanto” se planteó como un cortometraje. Chavarri, al visionar y montar el material filmado, se dio cuenta de que aquello trascendía los límites del corto, y le planteó a Querejeta la necesidad de hacer un largometraje. Rodada en blanco y negro, la película comienza con un busto rodeado de telas y atado con cuerdas. Es la figura de Leopoldo Panero, el poeta del franquismo, que había muerto doce años antes. Chávarri nos explica que esta imagen representa la imagen del padre muerto, del que todos hablan en la película y que, obviamente, no se puede defender.

Los protagonistas son Felicidad Blanc, la madre y esposa del poeta fallecido, Juan Luis, el hermano mayor, Leopoldo María y Michi. Cada uno adopta un rol, al parecer sin acuerdo previo con el director, pero muy definido. Así, Felicidad Blanc asume el papel de gran señora, con estilo, educación exquisita, amplísima cultura, antigua niña bien y amantísima madre de sus hijos. Declara que se enamoró perdidamente de su marido, después de la mala impresión inicial, cuando este le dijo que la veía como una anciana paseando por las murallas de Astorga. Al morir su marido, bajó la escalera de la casa familiar y, al parecer sin meditarlo, declaró “tenemos que amortajarlo. Si no se va a enfriar y va a resultar más difícil”. De forma ambigua, escasa y poco creíble, Felicidad hace referencia un par de veces a una cierta tendencia izquierdista, definiéndose como una especie de oveja negra. Menciona también al “campesino”, famoso líder de izquierdas durante la guerra, al que al parecer veía desde la ventana de su casa en Madrid. Una espectadora nata, poco comprometida en todos los aspectos, incluidos el de esposa, madre y cultural. Esta mujer escribió un libro, “Espejo de sombras”, inencontrable salvo en las librerías públicas (yo lo encontré concretamente en la de Murcia), cuya lectura no aporta más que la superficialidad y la capacidad para no mojarse de una mujer que no supo aprovechar las oportunidades que le ofreció la vida. En uno de los capítulos del libro confiesa sin ningún remordimiento que no se fugó con Cernuda por simple pereza. Una mujer marcada por el “qué dirán” hasta la saciedad, declarando fantasmas hasta en el principio de la película, cuando se siente molesta ante las hipotéticas miradas reprobatorias que, según ella, le dirigen las mujeres de Astorga durante la inauguración de la estatua de su marido fallecido. Una mujer llena de complejos que proyectó, sin ninguna duda, en sus tres hijos, tal y como se descubre más adelante.

Es curiosa la referencia de Felicidad a la figura de Luis Rosales, al parecer omnipresente en la vida de su marido, que aparece incluso dando el discurso durante el homenaje a Panero.

Juan Luis asume el papel de snob, de payaso, de von vivant, sobre todo a raíz de una de las primeras escenas, en la que nos muestra fascinado sus fetiches adorados, entre ellos una navaja comprada en Nueva York, que al parecer “le ha salvado el pellejo en un par de ocasiones”, un caballo de madera adquirido en Chinatown (tan de moda ahora gracias a Polanski, según sus palabras), y dos fotografías, una de Cernuda y otra de Kavafis, que se coloca sobre el rostro en un gesto histriónico, mientras declara ante el mundo, de forma categórica, que “ellos eran homosexuales. Yo no”. Durante el apartado dedicado a la muerte del padre, declara dos situaciones dignas de figurar en los anales de lo macabro. Por un lado, la mano de su padre muerto, que sale del sudario y va golpeando los peldaños mientras le están bajando, y por otro, la cruel frase de una campesina astorgana, que al parecer le dijo “¿para qué corres, si ya está muerto?”. La profunda voz de Juan Luis, curtida sin duda por el alcohol , contribuye a enfatizar la atmósfera lúgubre de sus palabras.

Michi Panero asume dos roles bien diferenciados. Al principio se muestra como el niño bueno, el hijo perfecto y adorador de su madre, que le utiliza a su vez, y esto se detecta desde la primera vez que aparecen juntos en pantalla, para corroborar su bondad como madre, empañada únicamente en un episodio, ciertamente pintoresco, en el que Michi le pregunta a su madre porqué hizo agujeritos en una caja de cartón llena de perros recién nacidos antes de arrojarla al río para que se ahogaran. Felicidad, sin perder la sonrisa y la compostura, le contesta “era como una forma de dulcificar los últimos momentos de un condenado a muerte”. En el apartado de la muerte de su padre, Michi declara que salió corriendo por el pueblo mientras gritaba, como un poseso: “Eramos tan felices...”

Ese papel de Michi, conformista e incluso entrañable con su madre, cambia radicalmente cuando aparece en pantalla Leopoldo María, del que todos han hablado de pasada a lo largo de la película (magistral estrategia de Chavarri) pero que nunca ha salido. La espectacular aparición del poeta maldito, a mi juicio la clave de la película, supone un giro de ciento ochenta grados, al parecer inesperado y no preparado ni por Chavarri ni por nadie, en lo que se está contando. Da la sensación, al ver esta escena, que se dejó adrede para el final, para convulsionar de un golpe certero y demoledor la imagen épica que hasta ese momento había podido construirse el espectador de la familia Panero. Y así, de hecho, lo define el mismo Leopoldo cuando, sin levantar el tono de voz, anuncia que va a dejar de hablar de la leyenda de los Panero para hablar de su lado sórdido.

Y es entonces cuando empieza a hablar de un padre brutal y alcoholizado, de un intento de suicidio que le costó el internamiento en un hospital (se permite, contando esto, introducir una nota de humor cuando dice que una camarera andaluza entró en la habitación cuando ya se había tomado los barbitúricos y le gritó “¿pero es que va a hacé usté lo mismo que la Marilyn Monro?”, de una madre absurda e impersonal que decidió internarle en un sórdido hospital ante la llamada de un tío de Leopoldo, cuando este le contó, “con una frase digna de figurar en los nales del infierno”, según palabras de Leopoldo, que “lo peor no es que haya intentado suicidarse, sino que se droga”.

Felicidad y Michi se eclipsan cuando Leopoldo habla. Han desaparecido las sonrisas condescendientes y halagadoras que han aparecido en la película hasta ahora. Hasta su físico cambia. Michi parece encogido, acogotado por la contundencia de las palabras de su hermano. La media sonrisa de Felicidad se crispa hasta desaparecer, para dejar paso a un rictus de violencia contenida. Cuando trata de justificar su acción, Leopoldo le responde “hasta el crimen es justificable”. Acusa a Felicidad de tener una capa de comprensibilidad ante sus hijos absolutamente inexistente, de haber actuado siempre empujada por los prejuicios y por los consejos de las batas blancas, que, como ella misma reconoce, “la tienen fascinada”, sobre todo desde que su padre, médico, la obligó a trabajar en un hospital de guerra. Tímidamente, la madre apunta que un cura del colegio le dijo que “Leopoldo podría ser lo mejor o lo peor”, a lo que agudamente responde Leopoldo “pues tuvo razón, creo, en lo segundo, porque el fracaso no ha podido ser más esplendoroso”. Define a su hermano Juan Luis como un paranoico, y a Michi como un esquizofrénico, y se ve a si mismo como el chivo expiatorio de toda esta locura. Declara que la muerte de su padre trajo algo más de humor, y ante la tímida intervención de su madre, que dice que también trajo más sinceridad, manifiesta rotundo que no, que sinceridad no ha habido nunca. En una frase memorable, dice “durante la infancia se vive. Después, se sobrevive”.

Leopoldo va demoliendo sistemáticamente cada uno de los argumentos que esgrimen su madre y su hermano en un vano intento, supongo, de dulcificar en cierto modo la imagen que estaban dando ante las cámaras. Cuesta creer, después de ver esta escena, que los retratados permitieran que un documento así saliera a la luz. Ni en los actuales programas del corazón se ha visto nunca un ataque familiar tan visceral y descarnado. A veces pienso que en el fondo querían, que necesitaban que toda esa sordidez saliera a la luz para tratar de, compartiéndola, mitigar su erosiva y demoledora influencia.

Como no podía ser de otro modo, la intervención de Leopoldo provoca, como colofón, el entonado del “Mea culpa” de Michi, que reconoce que los Panero “arrastran una incapacidad manifiesta para el trabajo desde tres o cuatro generaciones atrás”, que han tenido que deshacerse poco a poco de todo su patrimonio a raíz del radical empeoramiento de su situación económica, provocado por la muerte de su padre. Junto a su madre, que parece no recuperada todavía del encuentro con su hijo, declara que “para estar desencantado hay que estar primero encantado, y yo no recuerdo más que tres o cuatro momentos de encanto, o simplemente felices, a lo largo de toda mi vida. El desencanto me ha venido dado por una serie de elementos impuestos de los que yo solo he participado como un simple espectador”. La madre guarda, ante estas palabras, un silencio consternado e inquietante. Nada se puede decir ante la evidencia.

La película finaliza con la cámara alejándose y las suaves notas de Schubert, mientras Michi, en una especie de paroxismo final, o “más difícil todavía”, confiesa que los Panero, al parecer, no pueden tener descendencia, lo que conllevará sin duda a un fin de raza, pero no a un fin de raza épica, sino a un “fin de raza astorgana provocado por la excesiva cantidad de hectolitros de alcohol en la sangre”.

Una gran película, sin efectos especiales ni línea argumental, rodada en blanco y negro, a la manera de documental, pero de profunda trascendencia. A partir de aquí me sumergí de lleno en la personalidad de Leopoldo María Panero, y si bien he leído su poesía, declaro convencido que me fascinan mucho más su persona y su vida que su obra literaria. Para saber un poco más de este personaje, os recomiendo el libro “El contorno del abismo. Vida y leyenda de Leopoldo María Panero”, de J. Benito Fernández, publicado por Tusquets en su sección andanzas.

Con el paso del tiempo se rodó la película “Veinte años después”, que volvía a reencontrarse con los Panero, esta vez sin la monumental figura de la madre, mostrando una decadencia todavía más acusada. Pero esa, amigos, es otra entrada.

sábado, 22 de diciembre de 2007

Memorias de ultratumba


Existen muchas fuentes para formarse una idea de la personalidad de Talleyrand, el político francés superviviente a la Revolución francesa, al imperio de Napoleón y al vacío que se produjo tras el hundimiento de este último, al reparto al que sometieron los ingleses a Francia y a la llegada posterior del siguiente monarca capeto. Un personaje, ese Talleyrand, superviviente nato, de los que se enriquecen con la miseria circundante. De los que se encumbran a medida que el país se hunde en la miseria.

Una de las fuentes podría ser el propio Talleyrand, cuyas memorias, editadas hace años por la editorial Juventud, se pueden encontrar en las bibliotecas públicas de casi todas las ciudades de España. Una visión empañada por la excesiva condescendencia consigo mismo de quien las dicta, característica muy común en casi todos los libros de memorias de la historia. Los personajes menos interesantes de casi todas las memorias que se han escrito suelen ser los propios autores de las mismas.

Otra versión, a mi juicio falsa y rebuscada, es la de Katherine Neville en su famosa novela "El ocho", un best seller mundial en el que se describe a Talleyrand como un romántico de su época, fogoso amante, ardiente benefactor y poco menos que superheroe, lo que demuestra también que a veces, tal vez la mayoría de las veces, los best sellers de ese tipo pueden no ser la mejor fuente de información si lo que se pretende es algo más que matar el tiempo tumbado en la playa leyendo algo que no sea el As o el Marca.

Personalmente, me quedo con la descripción que de Talleyrand hace Chateaubriand en sus "memorias de ultratumba", seguramente no tan leidas como el panfleto de la Neville, pero no por ello menos interesantes. Muchísimo más interesantes, diría yo. Después de definirle como arribista, traidor, mediocre, falso, cobarde y otras muchas lindezas, Chateaubriand remata con la famosa frase, repetida al final de la obra teatral "La cena", que define a Talleyrand como "una mierda en una media de seda".

Todo esto viene a cuento porque pretendo reivindicar la tan manida frase de "nada es verdad ni es mentira. Todo es según el color del cristal con que se mira", que todo es relativo y que la verdad, si es que existe, no tiene porqué proceder de un libro cien mil veces más vendido que otro. "El ocho" es un gigante de ventas al lado de "Memorias de ultratumba", que aprovecho, por cierto para recomendaros, pero no por ello tenemos que tomarlo como un dogma de fe ni, por supuesto, para hacernos una idea de la época convulsa que describe. Aparte de la figura de Talleyrand, me produce una mezcla de ira y vergüenza ajena la ligereza con la que la Neville describe la Revolución Francesa y los personajes que la protagonizaron, tanto de un bando como del otro, centrándose únicamente en el lado macabro y truculento del acontecimiento y sin analizar para nada lo conseguido en cuanto a lo social y político se refiere.

Tómese esto como una especie de presentación, o declaración de intenciones, en la que lo único que pretendo dejar claro es que, precisamente, no tengo nada claro, ni a nivel político, ni religioso ni de cualquier otra índole. Dios, o quien sea, me otorgó el insano vicio de leer, y a partir de ahí agarré el virus maligno de cuestionarme todo, hasta el punto de no ver más que fronteras difusas en cualquier aspecto de nuestra historia o nuestra actualidad. Hasta tal extremo soy un indefinido, y lo reconozco avergonzado, que soy capaz de mantener conversaciones encendidas con un defensor a ultranza de las centrales nucleares, demostrándole la perversidad de las mismas, y discutir a continuación con un miembro de Greenpeace sobre la urgente necesidad de nuclearizar absolutamente todo.

No pretendo convencer a nadie de nada, porque el primero en no convencerse soy precisamente yo. La polaridad de mis votos al congreso cambia cada cuatro años sin ninguna tendencia concreta. Mi quiosquero se vuelve loco conmigo cuando observa que unas veces compro periódicos de izquierdas y al domingo siguiente de derechas. La locura y el nerviosismo que produce la indefinición en una sociedad, la española actual, que no puede concebir un individuo sin etiquetas, ya sean de un color o del contrario, sin darse cuenta de que, cada día, las fronteras entre una forma de pensar y la contraria tienden a volverse más difusas.

Aunque, para confesaros algo, la principal razón para crear este blog es que en mi página anterior, que hablaba sobre cine, no se podían publicar comentarios, y eso terminó por sumirme en la apatía. Conservo la página por lo que escribí en ella, pero, a partir de ahora, este va a ser el único lugar en el que refleje mis inquietudes, ya sean cinematográficas, literarias o de cualquier otro tipo. No hay nada más triste que escribir sin pulsar la opinión de los que, ya sea por accidente, por afinidad o por simple curiosidad, lean lo que uno escribe. También pienso colgar cuentos recientes, críticas de películas y todo lo que se me ocurra, que para eso es mi blog.


A la izquierda, además de los datos que se suelen colgar en un blog, teneis una serie de enlaces, entre ellos el acceso directo a los blogs de unos cuantos amigos, veteranos en este tema. Mi blog no le llega a los suyos ni a la suela de los zapatos, pero prometo esforzarme para intentar llegar a su altura. Otro grupo de enlaces os llevarán a mi antigua página, "El rincón de Félix", a la página de Lulu en la que vendo un par de libros de ficción, y a una página en la que estoy publicando comentarios y críticas de películas de más o menos actualidad. Espero que estos enlaces os parezcan interesantes.

A los que se quejaban de la imposibilidad de colgar comentarios en mi página, os invito ahora de todo corazón a participar en esta, para mi, nueva aventura.

Bienvenidos a todos. El hecho de que hayais llegado hasta aquí leyendo, sin aburriros ni un poco, es toda una proeza. Ya me puedo dar por más que satisfecho.